¡Y después hubo vida! Tres organismos que deconstruyen la muerte

El inicio de noviembre en México es para recordar y celebrar a los seres difuntos, con muchas emociones, colores y cultura sazonando estos días. La muerte se celebra porque es aceptada como parte de la vida. Por esta razón, queremos contarte de un lado de este acontecimiento que muchas veces evitamos mirar o contemplar, pero que justamente es una manifestación tangible y real del ciclo maravilloso de la vida, donde el nacer y el morir convergen en una rueda interminable y fascinante.
No sabemos con certeza qué pasa después de la muerte en el plano espiritual, pero en el plano biológico, suceden muchas cosas y queremos dedicar este artículo a todos los seres sigilosos, oportunistas, feos, babosos, espeluznantes, misteriosos y microscópicos que forman parte del ciclo natural de la vida.
Dentro de la gama de organismos necrófagos y que descomponen cadáveres, hay una diversidad enorme que juegan un mismo papel, desde un gran buitre hasta una pequeña bacteria, pero todos tienen el mismo fin: aprovechar la materia y los nutrientes que dejó atrás un ser vivo para transformarlo en otra cosa.
A diferencia de los seres carroñeros o necrófagos, los principales organismos que realmente se encargan de que la materia muerta se descomponga por completo son: bacterias, insectos y hongos.
Las bacterias descomponen la materia muerta usando enzimas que liberan. Son los primeros organismos en comenzar el proceso de descomposición, siendo las mismas bacterias que ya estaban presentes dentro del cuerpo viviente las que inician con este ciclo; como ya no hay un sistema inmunológico trabajando, estas bacterias proliferan sin control. Se suman bacterias que se encuentran en el suelo y en el agua, y actúan durante todo el proceso hasta su fin, primero dominando las bacterias aeróbicas (que requieren oxígeno) y luego las anaeróbicas. Al final cumplen la muy importante tarea de reciclar el carbono, nitrógeno, fósforo y otros nutrientes, permitiendo que estas moléculas se incorporen al suelo nuevamente fungiendo como alimento de muchas plantas, algunos hongos y algunos otros insectos presentes. Los tipos de bacterias más comunes en la descomposición son:
Los insectos descomponedores se denominan saprófagos y se dividen en tres categorías: los que se alimentan de materia vegetal moribunda o muerta, los que se alimentan de animales muertos y los que se alimentan de heces de otros animales. Muchos de estos insectos ponen sus huevos en el cuerpo muerto para usar la materia orgánica que queda como sustento para las larvas y demás estados juveniles. Otros consumen directamente los cadáveres como fuente principal de alimento en su etapa adulta. Otros más son insectos depredadores que llegan a comer a los insectos saprófagos. Los insectos descomponedores incluyen algunos géneros de los siguientes grupos:
Por último, los hongos son nuestros organismos descomponedores por excelencia, al ser capaces de transformar todo tipo de materia orgánica y permitirnos vivir, puesto que sin su presencia, el mundo sería un enorme planeta en lenta descomposición. Esto lo logran también mediante la liberación de enzimas y después a través de la absorción de los nutrientes del material muerto (¡y muchas veces también las toxinas que un cadáver en descomposición puede liberar!). Algunos de los géneros de hongos más comunes en cadáveres son:
Los procesos naturales de la descomposición se estudian dentro de la ciencia de la tafonomía, la cual todavía tiene mucho por descubrir y maravillarnos. Conocer mejor el proceso de descomposición nos deja ver lo cíclico de la vida; que vivimos en un balance elegante, donde hasta después de morir aportamos a la red viva que nos rodea y que nos sostiene; nos recuerda que todos venimos del mismo lugar y que todos acabaremos -de una u otra manera- de la misma forma; nos recuerda la increíble capacidad de transformación. Terminando la descomposición, cuando ya no queda rastro visible del cadáver, el ciclo continúa dentro del suelo y a través del agua, mediante todos los nutrientes que las plantas, algas, microorganismos e incluso, organismos de tamaño más grande usarán para crecer, reproducirse y morir.
En la naturaleza, ¡la muerte es un festín de vida!
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