Corredores biológicos 101: creando resiliencia en tiempos de crisis

¿Cómo comenzó todo?
En la década de los años 70, la biogeografía de islas se constituyó propiamente como un campo que buscaba dar respuesta al cómo y bajo qué medios se poblaban las islas del planeta, así como a entender los factores que afectaban a los organismos que viven en zonas aisladas. Conforme creció el entendimiento sobre el tema, una realidad se hizo evidente: en nuestro planeta existen islas que no están embebidas en océanos, pues una buena parte de ellas, en la actualidad, se encuentran aisladas dentro de las masas continentales. Esas islas son los remanentes de vegetación que quedan entre tanta transformación de la superficie terrestre como resultado de actividades humanas, y encontrar una forma de detener la fragmentación y promover su conectividad se ha vuelto una carrera día con día más urgente. Aquí es cuando conceptualmente, los corredores biológicos nacen como solución a esta problemática.
Los corredores biológicos, también conocidos como corredores de vida silvestre o corredores de hábitat, consisten en extensiones lineales de hábitats naturales o seminaturales que promueven el movimiento de flora y fauna entre ecosistemas con un buen estado de conservación. Volviendo a la biogeografía de islas, y a la premisa de que el aislamiento entre remanentes de hábitat se puede reducir a través de conectores que mantengan el movimiento de especies, la incorporación de los corredores como componentes esenciales dentro de las estrategias modernas de conservación biológica se volvió una herramienta cada vez más común.
Más allá de un camino: desde la relevancia ecológica hasta la supervivencia
Quizá la pregunta lógica que surja en este momento sea: ¿por qué el aislamiento de especies sería algo negativo? ¿Por qué representa una problemática para la conservación de la biodiversidad? La función de los corredores biológicos radica en mantener los procesos de intercambio genético y de migración entre poblaciones -procesos esenciales para la supervivencia de las especies-, dando como resultado una mayor diversidad genética, y por ende, la variabilidad necesaria para la vida, misma que mejora la capacidad de las especies para desarrollar rasgos que les permitan adaptarse a las condiciones cambiantes. Lo anterior es esencial: en un mundo que se rige por el dinamismo y el cambio, más ante los efectos adversos de la crisis climática, tener el beneficio de la diversidad genética es decisivo para adaptarse y sobrevivir.
Profundicemos en la adaptación: los corredores biológicos también pueden actuar como una estrategia de adaptación al cambio climático. A medida que las temperaturas aumentan y los hábitats cambian, muchas especies se ven obligadas a desplazarse en busca de condiciones adecuadas. Los corredores biológicos proporcionan las vías necesarias para estas migraciones: permiten a las especies seguir sus zonas de temperatura y precipitación preferidas, reduciendo el riesgo de aislamiento y extinción. A su vez, este movimiento también mantiene interacciones ecológicas cruciales para los ecosistemas, tales como la polinización (la cual permite la reproducción de las plantas) y la dispersión de semillas; situaciones fundamentales para mantener la regeneración de la vegetación y por ende, la resiliencia de los ecosistemas al disturbio natural y humano.
Navegando la extinción y conservando la biodiversidad
La conectividad proporcionada por los corredores biológicos es fundamental para preservar especies en peligro de extinción, cuyas poblaciones suelen encontrarse fragmentadas y aisladas entre diferentes hábitats. Al promover la conectividad, estas especies originalmente aisladas pueden encontrar parejas, reproducirse y mantener su diversidad genética, lo que reduce el riesgo de enfermedades hederitarias y la muerte por endogamia, permitiendo mantener poblaciones sanas y viables por décadas o siglos.
Entre los casos de éxito de recuperación de especies en peligro destacan la del búho manchado mexicano (Strix occidentalis lucida) en bosques altamente fragmentados en Nuevo México, donde se lograron identificar e implementar acciones efectivas de restauración forestal dentro de terrenos federales, así como identificar aquellos remanentes prioritarios para su movimiento a lo largo del paisaje. A su vez, los corredores biológicos también permiten identificar áreas críticas de conservación y monitoreo para la recuperación de especies amenazadas como el lobo gris (Canis lupus) al norte de Pakistán, donde no sólo se han identificado áreas clave para su movimiento, sino también aquellas prioritarias para sus presas naturales y aquellas donde hay situaciones de conflicto humano con los pastores de la región.
Adaptación resiliente: cómo los corredores biológicos afrontan el cambio climático
Los corredores biológicos también aumentan la resiliencia de los ecosistemas ante perturbaciones climáticas. Los hábitats conectados por corredores se recuperan con mayor facilidad de incendios forestales, tormentas o brotes de enfermedades. A su vez, estos espacios conectores también mitigan los efectos de la pérdida y degradación de hábitats al proporcionar rutas de movimiento alternativas que permiten a las especies desplazarse a áreas menos perturbadas, reduciendo la presión sobre las áreas de hábitat principales, que pueden mantenerse más intactas y estables. Los corredores diversifican el paisaje, lo cual es un beneficio clave ante un planeta que tiende a la monotonía de ecosistemas producto del cambio climático.
Más allá de los ecosistemas: conectando naturaleza y sociedad
Los corredores biológicos, entre todas las virtudes anteriormente nombradas, sirven también como herramientas para la planificación territorial, ya que es posible zonificar áreas con distintas categorías de intervención bajo una meta común de lograr manejar sosteniblemente los territorios, objetivo que más allá de beneficiar a los organismos que los habitan, permite a las comunidades que los viven desarrollar una relación más equitativa con sus tierras:
- La identificación de áreas prioritarias de conservación no sólo permite priorizarlas por su contribución al funcionamiento del corredor, también permite a los planificadores dirigir el desarrollo de actividades de manejo lejos de hábitats críticos y rutas de migración, minimizando así los conflictos entre las actividades humanas y la vida silvestre.
- Muchos corredores biológicos atraviesan áreas de importancia escénica, lo cual puede ofrecer una actividad productiva de bajo impacto como el turismo basado en la naturaleza y oportunidades recreativas, generando beneficios económicos y promoviendo la importancia de la conservación al público.
- En regiones con escasez de agua o riesgos de inundaciones, los corredores biológicos pueden ayudar en el control natural de inundaciones, la recarga de aguas subterráneas y la preservación de ecosistemas ribereños que mantienen la calidad y flujo del agua. Este servicio es indispensable para las sociedades: promover el acceso y suministro seguro de agua mejora ampliamente la calidad de vida de las comunidades, pues además, el agua es un derecho humano.
- El involucramiento de las comunidades locales en la planificación y gestión de corredores biológicos fomenta el sentido de identidad y propiedad de sus recursos naturales, así como fortalece la gobernanza dentro de la comunidad, impulsando esfuerzos de conservación más efectivos y sostenibles a mediano y largo plazo.
- Al designar áreas de conservación y restauración dentro de los planes de uso del suelo, se facilitan los esfuerzos de investigación y monitoreo con fines de investigación científica.
- En áreas urbanas, la integración de corredores biológicos puede ayudar a construir ciudades sostenibles a la par de promover servicios ecosistémicos culturales, mismos que pocas veces son tomados en cuenta como indispensables para propiciar una relación naturaleza/sociedad que funcione a largo plazo. Los corredores verdes dentro de los paisajes urbanos no sólo mejoran la calidad de vida de los residentes, sino que también respaldan la biodiversidad urbana al proporcionar hábitats y conectividad para la vida silvestre que habita las ciudades.
Conectando para un futuro
Como podemos notar, esta herramienta es una de enorme alcance pues se vincula con varias esferas que sobrepasan únicamente a la biodiversidad: los corredores biológicos son el eslabón que los ecosistemas y especies requieren para adaptarse a un mundo cambiante; a un mundo atravesado por una crisis climática, social y ambiental que vulnera las formas de vida. En medio del cambio climático, estos corredores se convierten en soluciones indispensables para la conservación de la biodiversidad y para propiciar el futuro de los ecosistemas de nuestro planeta.
Muchos de los retos globales a los que nos enfrentamos comienzan a solucionarse al fomentar una forma de vida para toda la biodiversidad que habita junto a nosotros. Más allá de permitir el libre tránsito, adaptación y evolución de organismos, de ser instrumentos esenciales para la planificación territorial, el desarrollo urbano y la gestión de recursos naturales, así como ser una inversión segura tanto en el bienestar de nuestros ecosistemas como en la sostenibilidad a largo plazo de las sociedades humanas, los corredores biológicos son un recordatorio, y al mismo tiempo una enseñanza, de que los lazos que físicamente nos unen, están fragmentados tanto así como la profunda interconexión entre la naturaleza y las sociedades humanas.
La implementación de corredores biológicos en un planeta que día con día aísla más a sus organismos de su entorno, no sólo es un acto de conservación de la biodiversidad, es un acto de responsabilidad en beneficio de un futuro para todos.
Créditos:
Fotografía proporcionada por el proyecto "Diagnóstico del consumo de carne de monte y el establecimiento de unidades de manejo para la conservación de vida silvestre (UMA)" ejecutado por ECOBIOSFERA EL TRIUNFO, S.C., con el apoyo de ENDESU, A.C. y WWF
Bibliografía
Explora reflexiones, investigaciones y aprendizajes de campo de nuestro trabajo en la restauración de ecosistemas.