Santa Claus y Amanita muscaria: una historia natural

El origen de muchas historias que permean nuestras tradiciones y costumbres continúa siendo poco claro, por lo que este relato de navidad, resulta en un claro ejemplo de lo anterior. Si bien la narrativa no pagana del surgimiento de Santa Claus se remonta a San Nicolás, un santo griego del siglo IV conocido por su generosidad, existen algunas otras teorías que resaltan por su particular ¿coincidencia? O por su fuerte adhesión a los usos y costumbres que algunos pueblos no occidentales u occidentalizados aún conservan. A pesar de que los pueblos germánicos y los romanos también terminaban sus calendarios con los festejos decembrinos, ya sea que celebraran Yule o las fiestas dedicadas al dios Saturno, hoy decidimos hablar de una teoría que florece desde el pueblo Sami, quienes ocupan la región de Laponia en el norte de Escandinavia, así como de otras tribus nómadas de Siberia y Rusia oriental; esta es la historia de cómo Santa Claus era un chamán siberiano y como la Amanita muscaria, este hongo característico por su color rojo y escamas blancas, era su conexión con lo divino. A través de este análisis podemos observar, una vez más, cuánto permean los servicios ecosistémicos culturales en nuestra identidad. Todo empieza a cobrar sentido, ¿no?
Amanita muscaria, foto: Michael Wood
Empecemos por nombrar una primera coincidencia o realidad, dejaremos esta disyuntiva -así como las próximas- al criterio del lector. La Amanita muscaria es un hongo -que, nuevamente, resalta por ser rojo con escamas blancas, colores casualmente típicos de la vestimenta de Santa Claus- que se distribuye ampliamente a lo largo del globo, sin embargo, no en todas sus localidades tiene los mismos efectos. Al parecer, la A. muscaria que se encuentra en América tiende a ser más venenosa que enteógena, es decir, puede causar la muerte a contraposición de un estado modificado de la conciencia. Sin embargo, la A. muscaria que se distribuye en Eurasia, suele ser más enteógena que mortal (Lincoff y Michel, 1977), lo cual tiene sentido debido al uso que en Siberia le dan los chamanes... Y los renos.
Tatiana, chamana perteneciente al pueblo Tungús, Siberia del Este, realizando un ritual con Amanita muscaria
Además de sus propiedades enteógenas, la A. muscaria es un hongo micorrízico de pino y encino, es decir, mantiene una importantísima función simbiótica con estos árboles, lo que se refleja en que cuando los cuerpos fructíferos (el hongo como lo conocemos coloquialmente) empiezan a surgir y crecer, veamos entonces Amanitas bajo los pinos, de igual manera a como vemos regalos bajo los árboles de navidad.
Este particular hongo contiene muscimol, componente psicoactivo que le permite a los chamanes siberianos conectarse con lo divino para así curar. Diversas son las teorías acerca de cómo consumían estos hongos. Por un lado, se cree que era un consumo directo; por otro lado, se cree que lo hacían a través de beber la orina de los renos, quienes también son frecuentes depredadores de este organismo. Hagamos una pequeña pausa al chamanismo y desviemos la mirada por un momento hacia los renos, pues son también muy representativos del arquetipo de Santa Claus: en Siberia, como en demás partes del Ártico, los inviernos pueden llegar a ser monótonos y los animales lo perciben, así que buscan formas de salirse de su blanca realidad. No es ninguna novedad que los animales usen lúdicamente compuestos enteógenos, por lo que el consumo de A. muscaria por parte de los renos está muy bien estudiado (Maret, 1991). La interrogante aquí es, ¿vuelan por los cielos arrastrando un trineo lleno de regalos? Aunque esto yo no lo podría resolver, Terence Mckenna, un etnobotánico estadunidense que ha estudiado ampliamente los hongos enteógenos, postula que si bien no, los renos no vuelan, el trance en el que los chamanes y los renos están al consumir Amanita muscaria puede hacer que por un lado, los chamanes vean renos volando, y que por otro, los renos tengan comportamientos sumamente atípicos (Partridge, 2018).
Volviendo al chamanismo en Siberia, podemos decir que esta práctica ancestral de comer Amanita muscaria proviene de una antiquísima leyenda sobre un cuervo -deidad de muchos pueblos de Rusia oriental- cual un día ingiere este hongo y logra entender los secretos de la vida a través del espíritu y la voz del organismo, mismo que también le comunica al ave que dejará su cuerpo en la Tierra, para que sus hijos -los humanos- podamos acceder también a su conocimiento (Lee et al., 2018). Esto nos revela por un lado que es una práctica chamánica muy extendida en regiones del Ártico pues está relacionada con una cosmovisión entera, y por otro lado, que ese chamán que ingiere A. muscaria en invierno para profundizar su relación con lo divino y esparcir el conocimiento aprendido con el resto de la comunidad, de una u otra forma, comunica también algunos de los valores actuales que hoy recordamos durante estas épocas, como lo es la importancia de compartir los finales y comienzos de ciclos con nuestra comunidad.
Dicho lo anterior, falta mencionar que parte de este ritual de ingesta de A. muscaria implica el paso del chamán por las casas de la comunidad a dejar un regalo: una pequeña dotación de esta medicina en forma de hongo seco para el provecho y reflexión de la familia. Otra ¿coincidencia? Resulta de la forma de secado de este hongo, pues los chamanes suelen recolectarlos a inicios del invierno y colgarlos en las acículas de los pinos para que el paso del tiempo los seque, de la misma forma en la que hoy en día colgamos esferas y demás adornos en los árboles de navidad.
Si bien esta no es más que sólo una teoría que nos permite visibilizar tradiciones en regiones que pocas veces volteamos a ver, es también un claro ejemplo de la importancia que toman los servicios ecosistémicos culturales en el desarrollo de nuestras civilizaciones y sociedades. Habrá quienes por su contexto sociobiológico decidan entender a Santa Claus bajo la teoría de San Nicolás, otros más que gusten de la del dios Saturno; sin embargo, hoy decidimos contar la versión de Santa Claus como un chamán siberiano pues nos regresa a una historia llena de conexión con la naturaleza, sus propiedades medicinales y curtativas, una implicación espiritual contundente y toda una identidad que llevan consigo algunos pueblos de Rusia oriental.
Sea cual sea la forma en la que decidas festejar las fiestas decembrinas, esperamos que así como la Amanita muscaria les permite a los chamanes transmitir la voz y la experiencia de sus deidades, que esta época del año nos permita compartir, intercambiar y profundizar en reflexiones sobre el cómo nos relacionamos con la naturaleza actualmente, así como nuestra intención a futuro. Qué este relato nos permita honrar nuestras tierras, nuestros bosques, nuestras tradiciones, nuestras medicinas, nuestra comunidad y nuestro planeta.
Sobre la autora:
Sandra es Editora Ejecutiva en Toroto. Estudió biología en la UNAM. Le encanta leer y estar en la naturaleza.
Referencias:
Partridge, C. (2018). Psychedelic Shamanism, High Culture: Drugs, Mysticism, and the Pursuit of Transcendence in the Modern World (New York, 2018; edición online, Oxford Academic). Disponible en: https://doi.org/10.1093/oso/9780190459116.003.0009
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