Pequeña guía (ilustrada) para entender el mercado de carbono voluntario

La Revolución Industrial cambió nuestro planeta en un sinfín de formas; por un lado la relación con la naturaleza se volvió meramente utilitaria y comercial, por otro, el clima global fue modificándose año con año hasta llevarnos a este punto -casi- de inflexión en el que hoy día transitamos la crisis climática. Una de varias respuestas para esta problemática surge con los mercados de carbono, tanto los regulados, que se rigen bajo una normativa, como los voluntarios, que ofrecen un rango más de oportunidades para alcanzar nuestras metas climáticas. De éstos últimos hablaremos hoy: ¿cómo se crean, qué son, cómo deberíamos entenderlos, son funcionales? Son sólo algunas preguntas que quizá damos por hecho, sin embargo, marcan la forma en la que concebimos y con la que nos enfrentamos a la crisis existente, por lo que es importante tener muy claro las implicaciones y alcances de este instrumento.
¿Cómo comenzó todo?
Los años ochentas marcaron un hito internacional pues enunciamos formalmente que había un problema enorme con nuestro planeta; un problema del que éramos responsables. El clima se volvió el centro de atención. Durante las próximas dos décadas se crearon paneles, convenciones y acuerdos para afrontar de forma efectiva la recién llamada "crisis climática". Dos de estas herramientas (en específico) dieron origen al mercado de carbono como lo conocemos hoy: el Protocolo de Kioto (1997) y el Acuerdo de París (2015).
Por un lado, este primero puso en práctica lo discutido en la Convención Marco de las Naciones Unidas por el Cambio Climático, haciendo hincapié en ciertos países que por obligación y desarrollo producto de una deuda histórica, deberían reducir inminentemente su huella de carbono. Así surge un mercado regulado y obligatorio de carbono. Por otro lado, producto de reconocer que el Protocolo de Kioto (PK) no era suficiente, surge el Acuerdo de París, mismo que impulsa a países y empresas que no tuvieran una obligación, es decir, un compromiso jurídicamente vinculante según lo establecido por el PK pero sí una voluntad por reducir sus emisiones, a que tuvieran la forma de desarrollar proyectos de acción climática; a grandes rasgos, así surge el mercado de carbono voluntario.
¿Qué es el mercado de carbono voluntario?
Empecemos por decir que lo que hacen los mercados de carbono, tanto el regulado, como el voluntario, es convertir las emisiones de CO2 en una mercancía intercambiable dándoles un precio, generalmente en forma de créditos, offsets o bonos de carbono que ha sido evitado o removido de la atmósfera.
En los mercados de carbono regulados participan empresas y gobiernos que están obligados a compensar las emisiones de gases de efecto invernadero que generan a raíz de sus actividades. En la gran mayoría de sus casos se rigen bajo una regulación gubernamental o incluso, intergubernamental. En esta forma de mercado se utilizan los créditos de carbono, pues funcionan como un "permiso" para emitir GEI en el presente y en el futuro. Puede que como empresa uses los créditos de carbono que te son otorgados, o puede que no los utilices (debido a que redujiste los emisiones a través de innovaciones tecnológicas en tu operación) y entonces te sobran, por lo que tienes la opción de comerciarlos con otras empresas a las que no les sobran, sin embargo, la direccionalidad de estos "permisos" fluye entre una entidad gubernamental regulatoria y la empresa en cuestión.
Los mercados de carbono voluntarios son algo similar, pero muy diferente en ejecución. Responden a la voluntad de muchas empresas e individuos por compensar sus emisiones de carbono porque así lo desean. No hay nada obligatorio, es pura conciencia o ganas de hacer más social y ambientalmente responsable a sus corporaciones. Y cabe resaltar que el mercado voluntario, representando la iniciativa propia de las entidades privadas, es una pieza fundamental que complementa el mercado regulado. Sin compromisos voluntarios y mecanismos para facilitar su ejecución, no habrá un avance importante en el panorama climático. Esto se puede lograr a través de diferentes formas, pero bajo el mismo principio de evitar, reducir o mitigar emisiones de gases de efecto invernadero y comprobando lo logrado mediante bonos de carbono, los cuales se pueden generar de varias maneras. Una de las maneras que a nosotros nos parece de mayor alcance son los proyectos de carbono forestal o aquellos que involucran soluciones basadas en la naturaleza (ya que existen proyectos de energías renovables y eficiencia energética también), pues además involucran un componente social y ambiental, más allá de uno climático.
¿Quiénes lo conformamos?
El mercado de carbono voluntario es moderado por organizaciones que se encargan de verificar la integridad de los bonos de carbono generados. Resulta en un movimiento horizontal de servicios y productos entre empresas. Por un lado, tenemos a quienes llamamos 1. Desarrolladores de proyectos, ya sea de carbono forestal, de agricultura regenerativa o de cualquier otra modalidad existente, quienes producen los bonos; asimismo, tenemos a 2. Certificadores y verificadores, quienes están encargados de que la integridad y calidad del proyecto efectivamente cumpla con los estándares necesarios; luego hay 3. Brokers, quienes hacen la transacción per se entre empresas; y finalmente, el 4. Cliente final, quien usará los bonos para afirmar su aportación a la acción climática como parte de una estrategia climática.
Es muy importante mencionar que este es el esquema general, sin embargo, en muchos países, sobre todo en el sur global, la acción climática territorial es posible debido a la existencia de una tenencia social de las tierras, es decir, un conjunto de personas que tienen propiedad y gobernanza sobre sus territorios, por lo que idealmente, los actores base de estos proyectos son los dueños de la tierra, quienes juegan el rol principal para que la acción climática de calidad pueda suceder en una primera instancia.
La ventaja voluntaria
Para quienes no tienen ningún compromiso jurídicamente vinculante según el PK o para aquellas empresas que se encuentran en países que aún no tienen un Sistema de Comercio de Emisiones propio, es decir, que pueden únicamente depender del mercado voluntario de carbono, invertir en éste es una oportunidad enorme pues hacerlo es ir más allá de lo ya preestablecido: es apostar por un futuro para tu organización o empresa; sumar a reducir tu huella socioambiental, no únicamente climática; mitigar emisiones históricas, no sólo futuras; realmente encaminarnos al objetivo de neutralidad de carbono para 2050; fortalecer la reputación de la empresa ante la sociedad, y adentrarse en nuevas fuentes de ingreso que se basen en reconstruir el planeta en lugar de degradarlo.
Con lo anterior no queremos decir que el mercado voluntario de carbono es únicamente para quienes se excluyen de las obligaciones legales o nacionales, el mercado voluntario es para todos, pues si ya tu empresa está bajo un sistema regulado y obligatorio que le incentiva a reducir emisiones, en el comercio voluntario puede mitigar aquellas que es imposible reducir. Aceptémoslo, sólo apegarnos al Sistema de Comercio de Emisiones de tu país o a alguna legislación obligada realmente no es dar el máximo en pro del planeta, es simplemente hacer lo "mínimo necesario", un mínimo relativo que no basta para evitar los escenarios catastróficos del calentamiento global.
¿Funciona como esperamos?
No, el mercado de carbono voluntario no funciona como quisiéramos, y esto se debe a varias razones: por un lado, es un mercado en crecimiento y enfrenta aún muchos retos, y por otro lado, lo que ya hemos establecido no funciona del todo bien, existen muchas oportunidades.
Problemas como la puesta en práctica de algunos conceptos -tales como la adicionalidad, la permanencia, la transparencia y la trazabilidad- han hecho que muchos bonos de carbono de proyectos forestales o de soluciones basadas en la naturaleza sean de muy baja calidad e integridad, mismos que pocas veces toman a ese actor base que mencionábamos anteriormente, es decir, los dueños de la tierra, en consideración y remuneración justa por su trabajo. ¿En qué debemos seguir enfocando nuestros esfuerzos? En construir un mercado de carbono justo y transparente. Debido a que éste no se regula por verificaciones gubernamentales o internacionales, debemos ser nosotros quienes activamente participamos en este mercado, quienes apelemos por los estándares de calidad más altos posibles. No hay acción climática barata o sencilla, estamos hablando de regenerar nuestro planeta. No se puede hacer sin intersectorialidad, sin revalorización de los dueños de la tierra, sin cadenas de suministro regenerativas, sin financiamiento adecuado, sin remuneración justa, sin salvaguardas sociales y ambientales, y sin conciencia.
¿Cómo se participa en el mercado voluntario?
Algo que debemos saber es que seas individuo o empresa, el mercado de carbono voluntario responde a tu conciencia climática, sin embargo, para este caso, veamos lo que puede hacer por ti si eres una corporación. El primer paso siempre será conocer cuánto contaminas. Qué gases en específico; por qué; de qué eslabón de tu cadena de suministro vienen; son tus emisiones mayoritarias de Alcance 1, 2 o 3; tienes control sobre ellas o no lo tienes. Todo esto y más se resuelve con un inventario de emisiones. Así que el primer paso es conocer tu huella de carbono. Después es importante saber qué de lo anterior queremos reducir y mitigar. Para esto, debemos empezar por establecer metas a mediano y largo plazo. Metas realistas y que de preferencia resuelvan problemas de raíz, para así asegurarnos que el cambio está sucediendo desde la base. Las metas van acompañadas del diseño y ejecución de herramientas de reducción y mitigación, dentro de lo que conocemos como una estrategia climática: siempre empezaremos por reducir lo que se pueda reducir, pero hay que ser muy consciente de que no todo es reducción. La huella de carbono siempre existirá y es por eso que debemos mitigar también. Por lo mismo, el mercado de carbono voluntario ofrece ambas alternativas, podemos tener eficiencia energética y energías renovables para reducir, y proyectos de carbono forestal o soluciones basadas en la naturaleza para mitigar.
Entonces, ¿cómo comenzar a participar en el mercado de carbono voluntario? Si eres una industria o una empresa que ya está bajo un Sistema de Comercio de Emisiones o algún mandato legal, ve más allá y conoce la ventaja que confieren los mercados voluntarios, escríbenos para saber más al respecto; pero si por otro lado no tienes ninguna obligación jurídica por reducir o mitigar tus emisiones, pero sí la disposición de cambiar nuestro mundo, también escríbenos. En ambos escenarios sabemos cómo ayudarte.
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