Monólogos del campo: pláticas con Don Antonio

Don Antonio Rodríguez es campesino y ofreció parte de sus parcelas para implementar el piloto de agricultura regenerativa en uno de nuestros proyectos en campo que busca sembrar cebada de una forma sostenible para la tierra y su gente, con el objetivo a futuro de que estas tierras productivas secuestren carbono, en lugar de liberarlo. Decidió unirse al proyecto porque el campo es su vida, y es consciente de cómo la agricultura convencional -que por un tiempo fue su día a día- está acabando con la fertilidad que algún momento sembró, así como con los recursos económicos de los que vive su familia. Don Antonio también trabaja en la industria de la construcción, no tanto por gusto como mencionará más adelante en el texto, sino porque "ya nadie vive del campo", nos comenta.
Don Antonio Rodríguez en su parcela de cebada
"Estábamos esperando que lloviera, ya es para que la cebada estuviera espigando, pero como no ha llovido, pues se atrasó todo. No se nota mucho los resultados de los productos naturales [que se han implementado como parte del proyecto piloto] porque no ha llovido, pero si usted mira otras parcelas [sin productos orgánicos ni biofertilizantes] sí se ven más bajitas. Más chiquitas. Menos espiga. Pero yo le digo que este nuevo producto [natural] sí le ayuda, por eso tiene más vida, como que está más verde el campo. Sí se nota una diferencia. Es muy importante cultivar de otras formas, pero aún así lo más importante es el agua. Lo bueno de estos productos orgánicos es lo que le hace a las abejitas. Mis compañeros usan químicos, y pues sí su campo se ve más muerto; hay menos animales. En estas tierras donde yo planto antes poníamos harto nopal, yo creo que eso también le ayuda, pues deja nutrientes en la tierra. Cuando le ponemos composta -y eso que apenas le empezamos a poner este año- se siente más suavecita la tierra, hasta más mojada yo creo. Hasta más nutrientes. Si usted deja toda la paja para que se integre al suelo, eso le hace muy bien, porque es como un ciclo, pero lo que pasa malo de verdad, es que no llueve. Si lloviera ya estaríamos cerca de cosechar yo creo. En muchos años no se había visto esta sequía y yo creo que en parte es por el químico que le ponen a la tierra: esto [el proyecto de agricultura regenerativa] se trata de que uno no le meta tanto químico, porque si no, vamos a acabar con todo. Yo soy el único que no echa químico. Y se nota. Vea nomás la parcela de junto. Yo le dejo la maleza, yo no le echo químico, esa florecita amarilla alimenta a las abejas, por eso yo he decidido no quitarla aunque siempre me dicen que es maleza, pero ¿para qué? Crece bien poquito. Aunque usted no lo crea, si uno le echa herbicida a la maleza, ese químico se va hasta abajo, quema la raíz y la tierra se hace mala. La tierra misma [sola, sin herbicidas] tiene más nutrientes, entonces la cebada crece más que la maleza naturalmente, como que no le afecta tanto. Evitar que crezca es puro puro químico. Yo por eso no la quito, ni le muevo. Mal no le hace. Por lo que entiendo, con este manejo [agricultura regenerativa] que le estamos apenas dando a la tierra, la estrategia es fortalecer la cebada para que así le gane a la maleza".
La parcela verde (derecha) le pertenece a Don Antonio, cuyo manejo es por medio de agricultura regenerativa dentro de nuestro proyecto piloto. La parcela seca (izquierda) está bajo un manejo de agricultura convencional.
"Yo decidí sumarme al piloto porque nos parece que le hace bien al campo, nosotros como campesinos pensamos que hay que conservar más lo del campo, la tierrita, pero también la economía. Ahora los químicos son bien carísimos, ya no sale. El fertilizante natural es mucho más barato y pues da buenos resultados, pero la verdad la verdad, es que todo lo hace el agua. Yo sí recomendaría entrarle a esto [la agricultura regenerativa] pues es otro panorama, el campo se ve diferente. Antes salíamos a trabajar a otros estados, íbamos a la cosecha a Tamaulipas o a Hermosillo, pero ahora ya no, porque es muy difícil ya vivir del campo. No hay apoyo, lo que más nos afecta es a la economía. Ahora también yo trabajo en la obra de construcción, en un sindicato, en días nos van rolando, pero lo mío lo mío es el campo. Si yo pudiera elegir, yo quiero el campo. Ha sido toda mi vida. Pero pues nos hacen buscar otra opción porque si no se da mi cosecha ¿qué hago? Necesito vivir, tengo familia. Disfruto el campo harto. Cuando andamos sembrando, el aroma de la tierra es muy rica, muy diferente. Cuando anda uno sembrando la humedad se siente, es como dice la canción "huele a tierra mojada" eso sí me gusta. Es muy bonito esto. Para nosotros lo mejor es verlo nacer. Siembra uno y ve nacer y sólo toca decir gracias. El campo es bueno, cuando hay producción uno sí la logra. Pero cuando no hay producción, ni aunque haya buen precio en el mercado. Lo que más afecta es el gasto, ¿cuánto le invierte uno a una hectárea con químicos y maquinaria? Y luego no se da la cosecha, porque si la sequía, eso del cambio climático, que la tierra pues al final ya no da porque ya no es fértil, que la semilla sin químico no funciona. Uno le acaba invirtiendo más de diez mil pesos a una hectárea. Ya a los chavos no les importa el campo, yo lo veo con mis hijos, no entienden que es importante; no entienden lo que era el campo antes. No quieren acompañarme, ni quieren estudiar el campo conmigo. Esto es mera distracción para ellos, no es una forma de vida. Ya el campesino como que no es nadie".
El discurso de Don Antonio nos tocó profundamente, pues más allá de hablar de su realidad, expresó la cotidianidad del campesinado mexicano. Su entrada a nuestro proyecto piloto fue un momento decisivo: significó un voto de confianza por la tierra, por una forma de vida justa y remunerada, por una transición a formas regenerativas de relacionarnos con la naturaleza y por un regreso de las capacidades funcionales que tienen los suelos para secuestrar carbono mientras son altamente productivos.
Nuestro proyecto piloto de agricultura regenerativa se encuentra en Apan, Hidalgo, una localidad que se ha dedicado las últimas décadas al cultivo de cebada bajo un esquema de agricultura convencional, muy dependiente de químicos inorgánicos. Asimismo, es una zona semiárida que ha experimentado sequías severas en los últimos años, lo que ha repercutido sobre el rendimiento de los cultivos de los dueños y trabajadores de la tierra, al ser una zona de temporal. La finalidad de promover la agricultura regenerativa en la región trae consigo varios cobeneficios. Por un lado, ecosistémicamente hablando, mejora la salud y capacidad del suelo de retener agua y secuestrar carbono, sumando así a los objetivos climáticos globales que con tanta urgencia debemos atender. De igual forma, fomenta la resiliencia de los cultivos ante el cambio climático, por lo que además de ser una estrategia de mitigación de gases de efecto invernadero, es una estrategia de adaptación a la crisis climática. Por otro lado, desde un ángulo social, el proyecto permite que los dueños de la tierra y las personas que se dedican al campo tengan una remuneración económica justa, pues al no depender de la cantidad de químicos inorgánicos que se usa en la agricultura convencional, el suelo se vuelve un aliado climático, secuestrando carbono y haciéndolo elegible para desarrollar bonos de carbono de alta calidad e integridad.
En Toroto siempre hemos trabajado por construir un futuro compatible con todas las formas de vida, por lo que el bienestar de los dueños de la tierra y de todos aquellos que hacen la agricultura, la acción climática, la protección y cuidado de ecosistemas posible, son nuestra prioridad.
El proyecto sigue siendo un piloto en aras de implementarse regionalmente, sumando conocimientos entre demás campesinos y dueños de la tierra. Apostando a que quienes quieren vivir del campo, como Don Antonio, lo puedan hacer de la forma más justa y remunerada posible; apostamos porque los suelos recuperen sus capacidades funcionales y secuestren carbono, mitigando parte de la crisis climática; apostando por un planeta resiliente que permita un futuro para todos.
Si eres dueño de la tierra, campesino o una empresa con voluntad de afrontar la crisis climática, escríbenos.
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