Lo que pasa en los océanos, no se queda en los océanos

Como seres completamente terrestres, la vida en los océanos y mares nos parece ajena, sin embargo, nada en nuestra historia existiría si no fuese porque hace millones de años se formó la primera molécula capaz de albergar material genético en un océano primitivo. Mucho ha cambiado durante esos millones de años, pero nuestra dependencia al océano, no. Podrá no ser tangible del todo, pero desde el oxígeno que respiramos hasta el CO2 que, de no ser capturado, nos podría llegar a asfixiar por completo algún día, los océanos, y en general los cuerpos de agua, -por ahora- nos tienen cubiertos.
¡Conoce estas cuatro formas en las que los océanos y sus organismos abrazan y sustentan nuestro día a día!
Empecemos por lo que pareciera más obvio: el oxígeno que respiramos
Digo "pareciera" porque respirar oxígeno ha implicado toda una hazaña. Desde los primeros organismos que morían al estar en contacto con este gas, hasta quienes revolucionaron la vida en el planeta Tierra y crearon una atmósfera aerobia que ha sustentado más biodiversidad de la que podríamos imaginar.
A muy grandes rasgos, los océanos se dividen en dos partes: la parte que recibe luz solar (zona fótica), y la que no. Aunque pareciera irrelevante, esta columna de agua iluminada por el sol (no más de 600 metros, pero en promedio, 200 metros) es indispensable para todos los organismos aerobios de este planeta, es decir, todos aquellos que respiramos oxígeno para sobrevivir. Esos diminutos 600 metros de profundidad (considerando que una de las zonas más profundas del mar tiene 10 mil metros) albergan a los -también diminutos- organismos que se ocuparon hace millones de años de construir una atmósfera -o sus familiares-, además de ser hogar de la mayoría de la biodiversidad marina conocida.
En 600 metros se produce más de la mitad del oxígeno del planeta. Es decir, el hecho de que estemos vivos se lo debemos a una gran diversidad de organismos que agrupamos en una categoría no taxonómica conocida como fitoplancton. El fitoplancton se compone de microscópicos seres, algunos de una única célula, como cianobacterias y diatomeas, y otros formados de varias células, como demás algas, cuyo metabolismo fotosintético les permite, al igual que a las plantas terrestres que tan bien conocemos, capturar CO2 y expulsar el oxígeno que respiramos.
Filtración: de cómo las ostras procuran la calidad del agua
Una forma común de obtener alimentos es a través de la filtración. Las ostras, entre otros moluscos, son animales que dependen de las partículas u organismos suspendidos en la columna de agua para sobrevivir y alimentarse, y es por lo mismo, que también son ejemplares en cuidar de la calidad del agua.
Se estima que una sola ostra es capaz de filtrar más de 100 litros de agua al día. Pero ¿qué exactamente es lo que filtran estos bivalvos? En el agua existen suspendidos tanto nutrientes como sedimentos. Los nutrientes provienen de varias fuentes: algunos de la descomposición de otros organismos, otros debido a vertederos contaminantes de la agroindustria o demás sectores, o simplemente gracias a la disolución de gases atmosféricos en el agua; los sedimentos recorren grandes distancias con ayuda de las corrientes marinas, generando la mineralización de los océanos.
Sea cual sea el origen de los nutrientes y sedimentos, cuando estos primeros se sobreacumulan, provocan eutrofización, y por lo tanto, que algunos organismos prosperen más que otros, perdiendo el equilibrio ecosistémico y el oxígeno disponible. Por otro lado, la sedimentación a lo largo de la columna de agua impide el paso de la luz y por ende, la fotosíntesis, además de vulnerar la forma de vida de los organismos que habitan ese espacio. Estos procesos no sólo atentan contra los organismos marinos, sino que contaminan las aguas de las que los organismos terrestres subsistimos.
De esta manera, las ostras actúan como heroínas e ingenieras costeras amortiguando y protegiendo la calidad del agua de la que todos dependemos a través de filtrar y comer algunas partículas que podrían poner en riesgo la vida y subsistencia planetaria.
Más que sólo alimento
Los océanos están íntimamente ligados al clima -y en contra de la creencia popular- éstos nos proveen de mucho más que sólo alimentos, de hecho, nos otorgan fertilidad, termorregulación y lluvias.
Las corrientes oceánicas no sólo mueven lo que se encuentra dentro del mar, sino que también participan en algunas dinámicas internas de las corrientes de viento. A través de la evaporación producto del calentamiento de los mares y demás cuerpos de agua, resulta sencillo transportar pequeñísimas partículas -como sedimentos altos en nutrientes y minerales- de un lado a otro del globo, y con la condensación y precipitación, éstas logran penetrar suelos poco fértiles y volverlos altamente capaces de sustentar vida. Algo así sucede con el Amazonas y los nutrientes transportados a lo largo del océano Atlántico desde el Sahara, y es ésta también una de las razones por las cuales los trópicos de América son zonas tan productivas.
Por otro lado, más allá de generar precipitaciones producto del calentamiento de las aguas, los océanos absorben la mayor cantidad de radiación solar que impacta al planeta. Si no tuvieran esta capacidad de absorción y equilibrio a través de los ciclos de enfriamiento y calentamiento de sus corrientes, la Tierra no sería un planeta habitable como el que hoy conocemos. Los océanos son los grandes termostatos de la Tierra.
Esto último repercute directamente en la regulación del clima y en la dinámica de las corrientes marinas y por lo tanto, en los organismos que estas corrientes albergan y transportan. De forma muy general, las aguas frías son más biodiversas que las cálidas y esto representa una problemática enorme frente al cambio climático, ya que entre más caliente sea el mar, menor biodiversidad existe y por ende, menor alimento y servicios ecosistémicos para todos.
Captura de ¿carbono? Sí, los océanos capturan más carbono del que pensábamos
Como ya vimos, los océanos hacen un gran trabajo por hacer de este planeta uno muy habitable, sin embargo, son cuerpos de agua muy frágiles y sensibles a pequeños cambios. Uno de los beneficios más grandes que obtenemos de los océanos, mares y zonas costeras es la captura de carbono. De manera general, los océanos capturan y secuestran carbono de tres formas: como resultado de la disolución del CO2 atmosférico en el agua, generando carbonatos inorgánicos (bicarbonato y carbonato), como carbono orgánico (biomasa) resultante de la fotosíntesis y como carbonato de calcio (CACO3) presente en organismos como corales y moluscos.
Los manglares, los bosques de algas, los pantanos y humedales de agua salada, son capaces de capturar y secuestrar carbono durante milenios. Aún cuando ocupan poco más del 1% de los océanos, capturan más de la mitad del carbono que yace en los fondos marinos. Sin embargo, el océano tiene un secreto muy bien guardado: en el sur de nuestro planeta existe una enorme masa de tierra, rodeada por una aún más enorme masa de agua congelada, el océano Antártico. Existe una cuestión meramente física y química que hace de los lugares fríos aún más capaces de capturar y almacenar carbono que los cálidos, y esto se simplifica en el hecho de que el CO2 atmosférico es más soluble en aguas frías y salinas y más fuertemente disuelto en mares donde el gradiente de concentración de CO2 atmosférico vs. CO2 oceánico es más intenso, y esto, como ya vimos anteriormente, sucede en aguas de temperaturas bajas al contener la mayor biodiversidad de organismos, entre ellos, fitoplancton (Long et al., 2021).
El océano Antártico es el mayor sumidero de carbono de nuestro planeta, y su derretimiento atenta contra todo lo que conocemos en la Tierra. Después de estas mínimas cuatro formas en las que los océanos sustentan nuestra vida terrícola, hace sentido enunciar la gravedad que presenta el cambio climático frente a un sumidero que de ser calentado de más, puede colapsar. Y con él, la vida misma.
Hoy, 8 de junio, Día Mundial de los Océanos, pretendemos con este texto hacer un llamado urgente al cuidado y protección de los océanos, así como ellos cuidan y procuran de maneras realmente incontables, nuestra existencia.
Referencias:
Long, M., Stephens, B., McKain, K., Sweeney, C., Keeling, R., & Kort, E. et al. (2021). Strong Southern Ocean carbon uptake evident in airborne observations. Science, 374(6572), 1275-1280.
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