La relación entre el medio ambiente y la violencia: Una mirada general

Ochenta y seis activistas ambientales han sido asesinados en México desde el 2012 (Den Held 2020). El clima de impunidad, el orden violento de gobernanza y la falta de protección sistemática de luchadores sociales son algunos elementos sociopolíticos que han dado cabida a dicha violencia. Sin embargo, la protección del medio ambiente fungió como el eje central de dicho conflicto. Ésta es una de las diversas instancias en las cuales el medio ambiente se desempeña como factor central en el brote de violencia. Sin embargo, establecer la relación entre medio ambiente (recursos naturales, incremento de fenómenos meteorológicos, cambios climáticos graduales, deforestación, degradación de suelos, etc.) y violencia no es tan simple.
Académicas y académicos enfatizan que los fenómenos medioambientales no son los únicos culpables de la exacerbación de violencia, sino que bajo ciertas condiciones, factores ambientales son suficientes para exacerbar la misma. Así, se han desarrollado dos escuelas de pensamiento generales que explican el impacto de fenómenos ambientales en la violencia:
-La hipótesis de los recursos o el conflicto por recursos naturales.
-La hipótesis de la vulnerabilidad o la vulnerabilidad tanto como catalizadora y como resultado de la convergencia entre factores ambientales y brote de violencia.
Dentro de la academia se han desarrollado dos líneas de pensamiento que identifican a los recursos naturales como elemento central en la exacerbación de violencia: la escasez y la abundancia de recursos naturales.
La primera defiende la idea que cuando personas y comunidades pierden sus medios de vida, no tienen más remedio que luchar por sobrevivir, inclusive de manera violenta. Homer-Dixon, por ejemplo, identifica que el conflicto puede ser agudizado por la escasez de recursos dada la degradación de recursos ambientales (cultivos, bosques, recursos pesqueros, etc.), por el incremento de su demanda al incrementar el consumo, o por la distribución inequitativa de los recursos (1994; 1999). Otros autores como Barnett y Adger (2007) establecen que factores como el cambio climático reduce la calidad y cantidad de los recursos naturales, incrementando el riesgo de conflicto. En suma, establecen que la escasez de recursos tiene un efecto directo en la subsistencia de poblaciones, sea cual sea la causa de dicha escasez, por lo cual incrementa el riesgo de conflicto violento en la búsqueda de recursos para subsistir. Sin embargo, esta idea ha sido disputada en gran medida porque ignora la gran diversidad de factores sociopolíticos que incentivan la violencia, más allá de solamente la falta de recursos.
La segunda idea se basa en la abundancia de los recursos naturales. Ésta está principalmente basada en las teorías de "codicia y agravio"1 sobre los orígenes del conflicto. Bajo este enfoque, no solamente se requiere que haya una gran cantidad de cierto recurso, sino que sea tan abundante que la sociedad sea dependiente de dicho recurso. Un mecanismo, por ejemplo, se da cuando grupos organizados son incentivados a recurrir a la violencia para acceder a un recurso abundante (ya sea por codicia o agravio). Otro mecanismo es la "maldición del recurso", establecido por Le Billon (2008). Ahí, el principal ingreso de un gobierno son las rentas de cierto recurso abundante, desincentivando al gobierno fortalecer sus mecanismos democráticos y de rendición de cuentas, causando agravios a la población e incrementando el riesgo de violencia. Estos dos mecanismos incrementan el riesgo de violencia solamente con ciertos recursos y bajo ciertas condiciones (Midner, Wodni y Lauster, 2011: 169).
A pesar de que la idea de abundancia o escasez de recurso tiene mucha tracción, dicha explicación puede pecar de simplista al pasar por alto explicaciones más sólidas de violencia como la desigualdad, órdenes violentos de gobernanza, relaciones históricas, asimetrías de poder, desarrollo económico depredador, entre otras. Por lo mismo, otras académicas han explorado una visión un poco más amplia de la conexión entre el medio ambiente y la violencia.
El segundo enfoque plantea la degradación ambiental y cambio climático no como causas directas de violencia, sino como un círculo vicioso en donde el factores ambientales pueden dejar a comunidades más vulnerables a la violencia y viceversa. Aunque a primera instancia este enfoque es similar al de escasez de recursos, la diferencia subyace en que analiza la vulnerabilidad en términos colectivos, no individuales, y amplía su alcance hacia un entendimiento de una relación multicausal y no lineal. Un reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) resalta que cuando los diversos efectos ambientales causados por cambio climático actúan en conjunción con otros macro-factores de violencia, existe un alto riesgo de exacerbación del conflicto (2014).
El cambio climático es un ejemplo paradigmático. Éste puede incrementar la vulnerabilidad de comunidades directa o indirectamente. Por ejemplo, los efectos causados por eventos meteorológicos anómalos causan la destrucción de infraestructura, estrés hídrico, disrupción de cadenas de suministro, desplazamiento masivo y hasta pérdidas de vida (Adams: 2015). Estos fenómenos contribuyen al escalamiento de tensiones, la competencia por recursos, la intensificación de pobreza y desigualdad. A pesar de que éstos, por sí solos, no son suficientes ni necesarios para desembocar en violencia, sí contribuyen de manera indirecta en los factores principales que la recrudecen. En la región del Lago Atitlán en Guatemala, después del Huracán Stan, incrementaron los secuestros, extorsiones y tráfico de drogas de manera significativa (Giorgio 2006). Hay inclusive indicios que el calentamiento drástico de temperaturas en México puede incrementar la violencia interpersonal2, dados los impactos psicológicos y sociales de victimarios sobre grupos vulnerables (Cohen & González: 2018).
Por otro lado, la violencia causada por otros factores puede agudizar vulnerabilidades ante cambios ambientales. La violencia deteriora las capacidades de adaptación y mitigación al cambio climático (Barnett, 2006; Brklacich et al., 2010). Ésta afecta también las capacidades del Estado para responder a crisis climáticas, interrumpe mercados, limita servicios (educación, salud, etc.) y acota la capacidad de deuda de las personas (PICC 2014: 774); atributos necesarios para poder responder a los eventos repentinos y a cambios graduales climáticos. En la Franja de Gaza, la violencia crónica de la región ha reducido la capacidad gubernamental de manejar efectivamente los recursos hídricos y poder evitar la crisis hídrica (Shomar 2011). Es así como el cambio climático converge con la vulnerabilidad de comunidades y deteriora su seguridad o, por otro lado, la misma violencia las deja en vulnerabilidad y reduce su capacidad de adaptarse al cambio climático.
Arte por Héctor Mendoza @elpajaro
Tanto en la hipótesis de recursos como la de vulnerabilidad, no faltan detractores. Ya sea evidencia contradictoria, la omisión de diferentes factores, o la falta de un consenso científico, las críticas suelen apuntar a que se trata de forzar una conexión directa entre la violencia y el medio ambiente. Sin embargo, independientemente de qué tan sólida sea dicha conexión, se pueden sacar diferentes conclusiones dada la evidencia y el debate académico:
1.- Las instituciones importan: Los sistemas de gobernanza y órdenes institucionales son cruciales para entender cómo la sociedad interactúa con el medio ambiente. Ya sea para la gestión de recursos, capacidad de adaptación, respuesta al cambio climático, o inclusive para resolver conflictos, las instituciones convergen con factores ambientales para poder incrementar o reducir la violencia.
2.- Las condiciones sociales importan: Factores como la desigualdad, el orden territorial, las relaciones inter-comunitarias, la pobreza, el racismo y la vulnerabilidad de género impactan de manera directa e indirecta que tanto la violencia confluye con factores ambientales. Comunidades azotadas por la violencia son más vulnerables a los efectos dañinos del cambio climático o el cambio climático a su vez puede reforzar órdenes violentos ya presentes.
3.- El medio ambiente, en sí, importa: A pesar de que las causas medioambientales por sí solas no son las responsables de detonar una crisis de seguridad, es un hecho que son factores que sí juegan dentro de la mezcla compleja de causas y efectos. Ya sea los recursos naturales, el deterioro ambiental, eventos repentinos meteorológicos o cambios graduales climáticos, existe evidencia suficiente para asegurar que juegan un papel. El debate, más bien, se centra bajo qué condiciones el medio ambiente juega un papel central, marginal o nulo dentro de conflictos.
Este es el primer artículo que explorará estas tres conclusiones en una serie dedicada a entender la relación entre la seguridad y el medio ambiente en México. Vamos a explorar diversas teorías a través de casos de estudio en el país, como la relación entre territorio, violencia y conservación; el crimen organizado y la lucha por recursos; y la explotación ambiental y conflictos sociales. Así, podremos entender cómo las instituciones, las condiciones sociales y el medio ambiente pueden converger para construir un México en paz.
1 Esta teoría fue ideada inicialmente por Collier y Hoeffler (1998), estableciendo que los conflictos violentos son principalmente causados por las oportunidades económicas para tomar ventaja, o por los agravios causados históricamente sobre poblaciones.
2 Los autores de este estudio estiman que, dado el cambio climático, la violencia sexual en México podría incrementar un 10.6% para el final de siglo (Cohen & González: 2018).
Bibliografía
Adams, T. (2017). How Chronic Violence Affects Human Development, Social Relations, and the Practice of Citizenship: A Systematic Framework for Action (no. 36). Washington: Woodrow Wilson Centre. https://www.wilsoncenter.org/publication/how-chronic-violence-affects-human-development-social- relations-and-the-practice.
Barnett, J. (2006). "Climate change, insecurity and justice". En Adger, W. N., Paavola, J., Mace, M.and Huq, S. (editores), Fairness in Adaptation to Climate Change, pgs. (115-129). Cambridge: MIT Press.
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Brklacich, M., Chazan, M. & Bohle, H. 2010 "Human Security, Vulnerability and Global Environmental Change". En Matthew, R. & MacDonald, B. (editores), Global Environmental Change and Human Security, pgs. (15-51). Cambridge: MIT Press.
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Den Held, D. (2020). Mexico's Environmental Activists Killed for Resisting Infrastructure Projects, Insight Crime. https://insightcrime.org/news/brief/mexico-environmental-activists-killed/
Homer-Dixon, T. (1994). Environmental Scarcities and Violent Conflict: Evidence from Cases. International Security, 19(1), 5-40. doi:10.2307/2539147.
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Le Billon, P. (2008). Diamond Wars? Conflict Diamonds and Geographies of Resource Wars. Annals of the Association of American Geographers, 98(2), 345-372, DOI: 10.1080/00045600801922422.
Reuveny, R. (2008). Ecomigration and Violent Conflict: Case Studies and Public Policy Implications. Hum Ecology, 36, 1-13. Recuperado de https://doi.org/10.1007/s10745-007-9142-5.
Shomar, B. (2011). The Gaza Strip: Politics and environment. Water Policy. DOI: 13. 10.2166/wp.2009.061
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