La evolución de los árboles

Para hablar de árboles, tenemos que hablar de la evolución y de cómo las plantas se han ido transformando y diversificando hasta resultar en las especies que conocemos actualmente. Partamos pues desde su origen, el cual se dio más o menos unos 500 millones de años atrás y, como toda la vida, se dio en el agua.
Las primeras plantas eran las que hoy conocemos como algas verdes. Estas eran muy simples y estaban conformadas por una sola célula. Al evolucionar, aproximadamente unos 480 millones de años atrás, colonizaron la tierra y fue entonces cuando el mundo conoció a las briofitas (musgos), algunas de las cuales permanecen hasta el día de hoy y otros fueron especializando sus estructuras para dar origen a los helechos que tuvieron una amplia variedad de formas y tamaño.
Fueron estos últimos, los helechos, los que formaron los primeros bosques de la tierra, pero como el tiempo avanza y las condiciones ambientales cambian, nuevamente se diversificaron. Una parte de estos, un grupo ahora extinto, dio origen a las primeras semillas y con esto aparecieron las gimnospermas, que son aquellas plantas que producen semillas pero carecen de flores o frutos y cuentan con un sistema vascular, es decir con un sistema de conducción de agua y nutrientes en su interior.
El hecho de tener semilla abrió un mundo de posibilidades para las plantas ya que podían sobrevivir condiciones más adversas gracias a la protección del embrión que es la semilla, sin embargo, algunas plantas evolucionaron menos que otras y hoy podemos observar algunas especies a las cuales podríamos llamar fósiles vivientes ya que conservan características primitivas. Entre estas encontramos a las cícadas (orden Cycadales) y ginkgo (orden Ginkgoales), las cuales surgieron a la par hace aproximadamente 310 millones de años. Han tenido muy pocos cambios durante su existencia ya que aún poseen espermatozoides flagelados que no necesitan un medio acuoso para desplazarse, puesto que tienen su tubo polínico dentro de las estructuras femeninas; entonces, aunque sí producen semillas, su forma de hacerlo constituye una manera primitiva de reproducción entre las plantas.
Estos fósiles vivientes representan fascinantes excepciones evolutivas y ecosistémicas ya que toleran suelos pobres, escasez de luz y de agua y presentan, en el caso de las cícadas, un muy lento crecimiento. Ambas especies tienen resistencia a agentes dañinos como ciertos hongos, virus y bacterias, lo que las ha hecho permanecer mientras otros animales y plantas se extinguieron. Como dato interesante en el caso del ginkgo, no se ha definido por completo si se extinguió por un periodo de tiempo o solo no se conserva su registro fósil, pues desapareció en el registro por casi 100 millones de años. A pesar de este misterio, hoy habita una sola especie de ginkgo (Ginkgo biloba) en la Tierra y gracias a ello ha sido fuente de múltiples usos humanos, incluyendo el medicinal, durante miles de años de su cultivo en China.
Dentro de las gimnospermas, encontramos además a los árboles más grandes y longevos del mundo pues es aquí donde tenemos a las secuoyas (Sequoiadendron giganteum), un tipo de conífera, las cuales han llegado a medir más de 100 m de altura, con diámetros que superan los 10 m y también algunos de sus individuos poseen más de 5,000 años de edad.
A partir de las gimnospermas, la evolución dio origen nuevamente a otro tipo de plantas, las angiospermas. Existe un debate sobre su momento de origen; los estudios realizados a través de relojes moleculares las sitúa aproximadamente entre 140 y 190 millones de años atrás, pero la carencia de registro fósil dificulta su datación. La característica de las angiospermas es tener flores y frutos, así como mecanismos de dispersión de semillas. Gracias a lo anterior tuvieron mucho éxito, tanto que actualmente el 90% de las plantas pertenece a este grupo. Excluyendo a las coníferas, cícadas y ginkgos, todos los árboles que encontramos en la actualidad pertenecen a las angiospermas.
Como hemos visto, las especies se han adaptado, evolucionado o extinto según las condiciones donde han existido, sin embargo, alrededor de 10,000 años atrás, el hombre inició con la domesticación de diferentes especies. No se tiene claro si ocurrió primero la agricultura o el manejo silvícola, aunque se cree que ambas estuvieron siempre de la mano. Existen antecedentes tanto en papiro como en pinturas de que el hombre ya recolectaba frutos y empleaba madera, hojas, fibras y exudados de numerosos árboles y palmas para su beneficio.
En el período Neolítico (7,000 años atrás), nació la agricultura de quema y rastrojo, lo cual indirectamente dio origen al manejo forestal a través de sistemas agrosilviculturales. Sin embargo, también comenzó el aprovechamiento no sostenible y la preferencia por conservar sólo aquellas especies que tienen algún valor para el ser humano, lo que ha propiciado la extinción de algunas especies y la proliferación de aquellas consideradas útiles. La revista Nature, Ecology & Evolution en junio 2019 menciona que la extinción de las plantas está ocurriendo 500 veces más rápido desde que comenzó la intervención humana en los ecosistemas, ya que han transformado grandes porcentajes de los bosques, semidesiertos y selvas en zonas de cultivo o pastizales para la introducción de ganado, o bien para el establecimiento de asentamientos humanos. Algunas de las especies de árboles extintas recientemente por acción humana son:
Nesiota elliptica, Olivo de Santa Elena: Tras la explotación de su hábitat por más de 450 años en una isla tropical del Atlántico Sur, el último ejemplar vivo en estado silvestre pereció en 1994, mientras que el único cultivado vio su fin en 2003. Desafortunadamente no se cuenta con acervos de ningún tipo en colecciones internacionales.
Encephalartos woodii, Cyca de los Bosques: Esta cícada se declaró extinta en estado silvestre debido a la extracción de su corteza y plantas silvestres. En 1916 fue trasladado un ejemplar al Instituto Botánico de Pretoria, donde murió en 1964. Aunque se conserva material genético, se necesitaría un espécimen femenino para reproducir este árbol, el cual no se ha descubierto.
Sophora toromiro, Toromiro: Especie endémica de la Isla de Pascua y extinta en estado silvestre. El último ejemplar silvestre murió en 1960 y se considera que se debe a la explotación intensiva por los pobladores polinesios originales, seguido por los europeos que llegaron en el siglo XVIII, quienes usaron el árbol como alimento para los animales domésticos.
Podemos observar que el hombre comenzó a beneficiarse de las especies arbóreas que eran multipropósito, generando la modificación de su distribución e inclusive la manera natural de su dispersión y, a su vez, propiciando también en gran medida la extinción de un gran número de especies. Es por lo anterior que se vuelve imperante la necesidad de la implementación de prácticas sostenibles que garanticen la conservación y restauración de ecosistemas, la recuperación de especies en riesgo, así como la reducción del calentamiento global.
A lo largo de los millones de años de evolución arbórea en el planeta, ¿cuántas especies no tuvimos la fortuna de conocer? Lo más probable es que hubo plantas y árboles que nuestra imaginación simplemente no puede concebir. Viendo al futuro, ¿cuántas especies de árboles deben seguir evolucionando a su manera? La respuesta, ojalá, es todos los que hoy existen, porque de nuevo, nuestra imaginación es muy limitada ante las posibilidades de la evolución que puede ocurrir si solo lo permitimos; si en vez de desencadenar extinciones, aprendemos a convivir con nuestro entorno natural de forma sostenible.
Referencias
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