¿Intervenir o no intervenir? Alternativas que nos enseña la restauración ecológica para aliarnos con la naturaleza

La degradación y destrucción de muchos ecosistemas en el mundo ha acelerado la crisis ambiental debido a la reducción rápida de los múltiples servicios ecosistémicos que éstos nos prestan. Algunos de los más esenciales para la vida -por ajenos que nos parezcan- son la infiltración y producción de agua, la fijación de CO2, el ciclaje de nutrientes, la productividad del suelo, la biodiversidad, la prevención de la erosión, entre muchos otros varios beneficios (Vargas, 2011), ¿te imaginas vivir sin ellos?
La tasa de destrucción de todos los ecosistemas continúa creciendo apresuradamente debido a prácticas agrícolas, ganaderas, industriales y de explotación no sostenibles, aunado al agravante que muchos ecosistemas presentan y presentarán debido a variaciones desfavorables generadas por el cambio climático global. En los últimos diez años ha crecido el interés por la restauración ecológica, pues es cada día más evidente y notable que hay que actuar para frenar la degradación a nuestro alrededor. Diferentes instituciones privadas y de gobierno, universidades y organizaciones no gubernamentales han incitado la implementación de este tipo de proyectos, sin embargo, uno de los problemas actuales para el desarrollo de la restauración ecológica "es la falta de divulgación de experiencias prácticas que ayuden a la formulación de objetivos y estrategias de restauración en los diferentes ecosistemas que tenemos" (Vargas y Mora, 2007).
Ante esta situación, el manejo de ecosistemas a través de conservación y restauración ecológica toma fuerza día con día como solución para revertir procesos de degradación, y de pérdida acelerada de biodiversidad y su entorno. "Ya no basta conservar y proteger áreas representativas" mencionan Vargas y Mora (2007), sino que se debe aprender a "restaurar paisajes enteros -así como su conectividad-, ecosistemas, comunidades y poblaciones de organismos, para garantizar la sostenibilidad y la funcionalidad de nuestros sistemas naturales, seminaturales y sociales, y de esta forma, asegurar la disponibilidad de servicios ambientales", los cuales, como ya mencionamos, mantienen la vida como la conocemos (Vargas, 2011). Méndez-Toribio y colaboradores, sumando a esta misma idea, comentan al respecto: "la relación entre conservación, biodiversidad y restauración ecológica es cada día más evidente. El funcionamiento de los ecosistemas sólo se puede sostener en tiempo y espacio si existen valores de biodiversidad; por otro lado, la restauración ecológica sólo es posible si se conservan grandes extensiones de ecosistemas originales en donde se expresa todo el potencial de especies a escala local y regional. La conservación de ecosistemas y la restauración de la biodiversidad son procesos que van de la mano".
Antes de dar una definición de restauración ecológica como tal, es necesario tener en cuenta algunos conceptos que nos pueden ayudar a mejorar su comprensión:
Ahora bien, ¿qué es entonces la restauración ecológica por sí sola? ¿Qué implica? La Sociedad Internacional para la Restauración Ecológica (SER, por sus siglas en inglés) la define como "el proceso de asistir la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, dañado, o destruido" (SER, 2004). En otras palabras, es el esfuerzo práctico por restablecer las trayectorias posibles de los ecosistemas históricos o nativos de una región. Se busca recuperar las dinámicas naturales que deben estar dirigidas a recobrar la estructura, función y composición de especies pasadas, de acuerdo a las condiciones actuales en que se encuentra el ecosistema que se va a restaurar (SER, 2004).
Una vez explicado de manera más integral el concepto, podemos entender estas dos formas de hacer restauración (pasiva y activa), que si bien difieren en su gestión y manejo, concuerdan en el método. Para que los proyectos de restauración ecológica pasiva o activa tengan mayor impacto y eficiencia se requiere de una mayor planificación. Por ello, dentro de los proyectos que realizamos en Toroto es de suma importancia identificar las causas de la degradación en primera instancia (lo cual siempre nos lleva a una estrecha colaboración e intercambio de saberes con los dueños de la tierra), posteriormente sucede el establecimiento de una línea base (o ecosistema de referencia, término que explicaremos más adelante) así como la priorización de los sitios a restaurar previa gestión de análisis territorial, y finalmente, siempre tener en consideración el impacto del cambio climático en los proyectos.
Conocer las causas de la degradación nos lleva también a conocer el estado inicial, es decir, cómo se encontraba el ecosistema antes de estar vulnerado. A ese momento específico, le llamamos ecosistema de referencia. ¿Por qué es importante tener un ecosistema de referencia ante cualquier proyecto de restauración ecológica? Porque nos permite establecer y generar una línea base que actúe como el punto de partida del ecosistema y del proyecto, y de la misma forma, nos sirve para evaluar el éxito de la restauración en términos de las metas establecidas. Pongamos un ejemplo para clarificar más este concepto: supongamos que nos encontramos en una región donde nativamente la vegetación consistía de bosque de pino y encino. Actualmente, una parte significativa de la localidad se encuentra bajo la presión del ganado, por lo que apenas logran establecerse algunos pocos árboles. Supongamos también que los habitantes de la localidad quieren recuperar un poco de esos bosques de los que disfrutaban cuando eran más pequeños, así como los servicios que percibían de ellos, por lo que deciden implementar un proyecto de restauración ecológica. El ecosistema de referencia en este caso será ese bosque de pino y encino que solía crecer nativamente, y las acciones de restauración estarán enfocadas en dirigir el ecosistema actual hasta llegar al ecosistema de referencia, o lo más cercano a él posible. Lo importante aquí a notar, es que esta transformación que sucede de un ecosistema nativo a uno degradado y posteriormente de uno degradado a uno nativo, nos permite identificar a profundidad las causas y las medidas correctivas adecuadas para revertir o detener el daño inicial.
Después del ejemplo anterior, posiblemente surja la siguiente duda: ¿es una restauración lo mismo que una reforestación? La diferencia entre reforestar y restaurar radica en que la reforestación generalmente se realiza con especies de alto valor económico y de rápido crecimiento, las cuales no siempre cumplen con un criterio de natividad, por lo que podemos encontrar especies exóticas que amenacen con volverse invasoras. Muchas veces las reforestaciones convencionales responden a un ciclo vicioso donde se hace un aprovechamiento de especies, es decir, se vuelve a deforestar, para entonces iniciar nuevamente con la reforestación y así consecutivamente; de esta manera no se permite la recuperación de funciones en el ecosistema. En contraste, la restauración ecológica va mucho más allá que sólo plantar árboles, es un proceso cuidadosamente planeado, ejecutado y monitoreado (Méndez-Toribio et al., 2018), pues está orientada a la recuperación completa de las funciones, atributos, condiciones, procesos ecológicos, así como la estructura del ecosistema que ha sido vulnerado. La restauración generalmente se hace con especies nativas locales que están adaptadas a las condiciones del medio ambiente donde se van a introducir, pues de esta forma se asegura que la supervivencia sea más óptima (Ibidem).
En Toroto ejecutamos proyectos que tienen como objetivo principal la restauración ecológica de ecosistemas, pues confiamos ampliamente en esta alternativa. Siguiendo las bases descritas líneas arriba, nos importa que nuestros proyectos sean de los más completos y robustos cuando de restauración se trata; así mismo, de la mano de soluciones basadas en la naturaleza hacemos de este proceso lo más natural y fácil de asimilar posible por el ecosistema. Finalmente, más allá del enorme campo teórico y práctico detrás de la restauración ecológica y sus diferentes modelos de implementación -que podría sonar en ocasiones abrumante- lo realmente importante aquí es notar la herramienta de adaptación y alcance que es en relación a la crisis climática y ambiental que azota nuestro planeta; la capacidad que tiene la restauración ecológica de devolver funcionalidad y resiliencia a largo plazo, así como la importante componente social y colaborativa que involucra, pues restaurar un ecosistema es restaurar también el tejido social de quienes cuidan y viven de él, hace que sea una solución de mucha trascendencia y de mucha adaptabilidad. Ya sea que el ecosistema requiere de mínima intervención o de una intervención planificada y robusta en soluciones basadas en la naturaleza, ésta es una herramienta de vanguardia capaz de recuperar la vida en nuestro planeta.
Implementar un proyecto de restauración ecológica conlleva muchos beneficios que superan lo ambiental; si tu empresa necesita mitigar las emisiones de su cadena de valor, o algún proceso operativo involucra el uso de recursos naturales, escríbenos; trabajar de la mano de los ecosistemas asegura un futuro para todos.
Sobre el autor:
Armando es Coordinador de Operaciones en Toroto. Es Ingeniero Agrónomo con grado de Maestro en Ciencias Forestales. Ha trabajado en dependencias como SAGARPA, CONAFOR y en inventarios forestales. Le apasionan los bosques, la silvicultura y el buen manejo forestal.
Referencias:
Explora reflexiones, investigaciones y aprendizajes de campo de nuestro trabajo en la restauración de ecosistemas.