El manejo forestal: ¿se puede usar un bosque de forma sostenible?

March 3, 2022
El manejo forestal: ¿se puede usar un bosque de forma sostenible?
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Alrededor de un tercio de la superficie de México aún está cubierta de bosques y selvas de distintos tipos (Madrid et al, 2009), los cuales contienen una infinidad de bienes que han sido objeto de extracción o aprovechamiento por siglos. Cuando éste se lleva a cabo de manera ordenada, se le conoce como manejo forestal, el cual está compuesto por las actividades que aprovechan los recursos forestales a manera de no comprometer su provisión para las generaciones futuras (Aguirre-Calderón, 2015). Sin embargo, esta manera de abordar el manejo forestal es bastante reciente, ya que anteriormente no se tenía suficiente información sobre el funcionamiento de los ecosistemas como para tomar en cuenta distintos elementos y funciones en su manejo (Bray y Merino, 2004). Al contrario, el manejo forestal fue precedido por el concepto de uso múltiple, el cual se enfocaba en las especies de interés comercial, sin prestar mayor atención al resto del ecosistema como un conjunto (Ibidem).

Afortunadamente, en las últimas décadas se ha hecho énfasis en realizar un manejo forestal sostenible, considerando una serie de factores sociales, ambientales y económicos en la planeación de actividades forestales (Ibidem). Esto implica que, debido a la diversidad de ecosistemas que cubren el territorio nacional y los distintos tipos de tenencia de la tierra, no hay una sola receta que asegure un manejo forestal sostenible. Enfocándonos únicamente en el aspecto ambiental, es importante resaltar que los ecosistemas no sólo proveen bienes, sino también diversos servicios ecosistémicos como la provisión de agua dulce y la captura de carbono. Asimismo, sobra decir que un plan de manejo diseñado para un bosque templado con ocho especies distintas de coníferas jamás podrá implementarse en una selva tropical con más de 400 especies de árboles.

Además de todas las variantes de manejo forestal que resultan de tomar en cuenta factores ambientales, también es vital tomar en cuenta factores sociales, principalmente aquellos relacionados con los usuarios locales. Los dueños de la tierra son los actores más importantes en el manejo forestal, lo que a su vez los convierte en piezas centrales para la conservación de los recursos forestales (Pacheco et al., 2008). En este aspecto, el caso de nuestro país es único ya que, debido al reparto agrario resultado de la Revolución Mexicana, la mitad de todos estos recursos naturales se encuentran en manos de ejidos y comunidades indígenas (Madrid et al, 2009). De hecho, de los 29,519 ejidos que hay en el país, 15,584 se encuentran ubicados en terrenos forestales (Morett-Sánchez y Cosío-Ruiz, 2017).

Los bosques y selvas que pertenecen a ejidos y comunidades presentan varias complejidades de índole social para su manejo. En primer lugar, se encuentran en una forma particular de tenencia de la tierra conocida como propiedad colectiva, ya que un grupo de personas tiene derechos sobre el uso de estas tierras, no un solo individuo (Bray y Merino, 2004). Esto implica que tiene que haber un proceso de toma de decisiones que involucre a todos los dueños de la tierra, y es bien sabido que mientras más personas participen, más difícil es llegar a un acuerdo. Aunado a esto, al tratarse de extensiones considerables de tierra, es difícil evitar que otras personas accedan y aprovechen los recursos que contienen, además de que estos dejan de estar disponibles para las demás personas (un ejemplo opuesto es la luz del sol, ya que todos podemos aprovecharla sin dejar a los demás con menos luz). Debido a estas características, estos bosques y selvas son clasificados como recursos de uso común, los cuales requieren de acción colectiva para su manejo adecuado, es decir, que los individuos cooperen y coordinen sus decisiones y acciones poniendo los intereses colectivos sobre sus propios intereses (como se cita en Merino, 2014). No obstante, lograr que haya acción colectiva no es fácil, ya que excluir a quienes se apropien de recursos sin aportar a su mantenimiento y cuidado es muy difícil.


A pesar de estas dificultades, en nuestro país hay cientos de casos de ejidos y comunidades indígenas que se dedican al manejo forestal, principalmente para la producción de madera, a través de Empresas Forestales Comunitarias (EFC) (Ibidem). Al estar basadas en la propiedad colectiva, la forma en la que estas empresas se organizan es única, ya que producen bienes comerciales y compiten en el mercado nacional e internacional sin abandonar sus prácticas, su cultura y sus formas de organización tradicionales (Ibidem). Las EFC no sólo le dan valor agregado a los productos forestales, sino que también generan empleos, involucran y capacitan a la gente, diversifican las actividades económicas de la localidad y generan ingresos para los ejidos y comunidades, fomentando el desarrollo local (Madrid et al., 2009). Inclusive existen estudios que demuestran que las EFC reducen la marginación, disminuyen la emigración y fomentan el ordenamiento de las actividades económicas y del territorio (Ibidem). Sin embargo, a pesar de que las políticas forestales se han encausado hacia el desarrollo forestal comunitario en los últimos años, aún prevalecen políticas públicas que favorecen a las grandes empresas y al sector agropecuario (Pacheco et al., 2008).

El tema del manejo forestal en México es amplísimo y, debido a su complejidad, describirlo por completo sale de los alcances de este artículo. No obstante, es importante reconocer que, en lo que respecta al manejo forestal comunitario, contamos con casos de éxito ampliamente estudiados de ejidos y comunidades que han logrado aprovechar sus recursos forestales de manera sostenible (Bray y Merino, 2004). Tomando en cuenta la crisis ambiental en la que vivimos hoy en día, es vital reconocer y difundir ejemplos de prácticas que, además de fungir como el sustento económico de sectores marginados de la población, aseguran las funciones y procesos de los ecosistemas.



Referencias

Aguirre-Calderón, O. A. (2015). Manejo Forestal en el Siglo XXI. Madera y Bosques, 21, 17-28.

Bray, D. B. y Merino, L. (2004). La experiencia de las comunidades forestales en México. Veinticinco años de silvicultura y construcción de empresas forestales comunitarias. Instituto Nacional de Ecología.

Madrid, L., Núñez, J. M., Quiroz, G. y Rodríguez, Y. (2009). La propiedad social forestal en México. Investigación ambiental, 1(2), 179-196.

Merino, L. (2014). Perspectivas sobre la gobernanza de los bienes y la ciudadanía en la obra de Elinor Ostrom. Revista Mexicana de Sociología, 76, 5, 77-104.

Morett-Sánchez, J. C. y Cosío-Ruiz, C. (2017). Panorama de los ejidos y comunidades agrarias en México. Agricultura Sociedad y Desarrollo, 14, 1, 125-152.

Pacheco, P. Ibarra, E., Cronkleton, P. y Amaral, P. Políticas públicas que afectan el manejo forestal comunitario. En Pacheco, P., Pokorny, B. y de Jong, W. (Coords.). (2008). Manejo forestal comunitario en América tropical: Experiencias, lecciones aprendidas y retos para el futuro. (pp. 201-228). Bogor, Indonesia. Centro para la Investigación Forestal Internacional.

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