Conversaciones con el sureste de México

Sí, México es un país megadiverso, esto lo sabemos muy bien ya; algunas de nosotras, incluso, reímos internamente cada que una tesis, artículo o presentación introduce la cantidad de organismos que habitan nuestro país de esta forma. Nos reímos por lo cotidiano de la frase, no por negar su indiscutible verdad. Tenemos casi todos los climas descritos, a excepción de climas polares y de tierras altas; nuestra vegetación va desde matorrales xerófilos y pastizales, hasta selvas tropicales (Challenger, 1998); somos el tercer país con mayor diversidad de mamíferos del mundo; tenemos casi el 70% de la diversidad mundial de especies (Mittermeier et al., 2004). Y así podríamos seguir.
Pero ¿qué exactamente es la diversidad? Se conoce como diversidad biológica a la variedad de la vida. El concepto incluye varios niveles de organización y abarca la cantidad diferencial de especies de plantas, animales, hongos y microorganismos que viven en un espacio determinado, su variabilidad genética, los ecosistemas de los cuales forman parte y los paisajes o regiones en donde se ubican dichos ecosistemas. También incluye los procesos ecológicos y evolutivos. Un país megadiverso es aquel que concentra más del 70% de los organismos que habitan el planeta en su territorio (Mittermeier y Robles, 1997).
Entonces, ¿cómo es posible que en este paraíso de diversidad que es el lugar en el que vivimos, estén sucediendo procesos tan acelerados como la extinción o inminente amenaza de una especie? México es un país megadiverso con muchos problemas ambientales.
En nuestros años como biólogas, lo que hemos leído y visto en torno a la riqueza natural del país es como ésta se deteriora y como cada vez más, la presión humana que ejercemos sobre ella da como resultado la destrucción de ecosistemas completos y la extinción y amenaza de especies de todos tipos. Por el contexto anterior, hoy decidimos conversar sobre una de las zonas de México donde se encuentra una gran cantidad de diversidad biológica: el sureste mexicano y enfocándonos específicamente en una parte de la diversidad que nos genera mucha admiración: la fauna. Escogimos dicha región porque es también una zona de México donde la vida peligra, y mucho. Hoy decidimos no sólo conversar como autoras y biólogas, sino conversar con los actores más relevantes e indispensables para la protección de nuestro país: quienes viven y trabajan con la naturaleza.
Platicamos con Don Emiliano Torres Cruz ejidatario de Conhuás, donde de la mano de las personas dueñas de la tierra, desarrollamos un proyecto que busca proteger la selva y generar bonos de carbono, a su beneficio y del planeta.
Toroto: Don Emiliano, cuéntenos: ¿siente que la fauna ha permanecido igual desde que llegó usted al ejido?
Don Emiliano: Por supuesto que no. Anteriormente era -bueno, veinticinco años atrás- era algo bonito porque tan solo caminabas dos o tres kilómetros y veías diversa fauna. Pavos, faisanes, venado. Hay uno que nosotros le decimos "sereque" y pues últimamente no tanto, a lo mejor desde hace diez años para acá hay un cambio radical [negativo]. Yo creo que en el área agrícola es bastante la disminución: ya no se ve tanto la fauna.
La selva infinita del ejido Conhuás
El sureste mexicano es la mayor zona boscosa del país y es particularmente importante en términos de riqueza de especies (número de especies diferentes de una comunidad), ya que es ahí donde se intersectan dos de las principales regiones biogeográficas (zonas con patrones de distribución y evolución de especies determinadas) del planeta, la neártica y la neotropical, por lo que conviven especies típicas del norte de América con especies características del sur de América. Esta peculiaridad es en gran parte la responsable de la biodiversidad que habita el sureste (Benítez y Bellot, 2007).
En específico, el estado de Campeche cuenta con 3.95 millones de hectáreas (ha) de selvas, más del 70% de la cobertura del estado y es el que tiene la mayor superficie de manglar, 30% del total nacional (SDS, 2018). Estas selvas y manglares son hogar de una gran cantidad de fauna. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por conservar parte de los recursos biológicos que mantienen estas selvas vivas, la problemática de la deforestación se ha agudizado en el estado año con año, siendo una de las causas principales de la extinción de especies prioritarias, dado que al disminuir la cobertura forestal y al aumentar las actividades productivas en las zonas recién deforestadas (como por ejemplo, las actividades ganaderas o la siembra de monocultivos), los animales pierden el hábitat que les permite adquirir las necesidades básicas para subsistir, como alimento y hogar.
Caso similar sucede en Quintana Roo, cuya cobertura vegetal es superior al 75% del total del estado, siendo la selva el tipo de vegetación más representativa y la más habitada por la fauna local. En Chiapas, otro estado donde predominan las selvas altas y perennifolias, así como los bosques de pinos y encinos en las regiones de mayor altitud, la fauna es también un recurso muy abundante, pero también, muy amenazado (March et al., 2008).
Toroto: ¿Qué importancia cree que tienen los animales para la selva?
DE: Uuuyyy, muchísima. Más que nada para... ¿cómo le diré? Tanto las abejitas como los animales hacen un papel muy importante para la selva, porque yo pienso que la vegetación que nosotros pensamos que no sirve, para los animalitos es una fuente de alimentación. Si nosotros todos pensáramos igual, en este rumbo, yo creo que la fauna es algo importante, porque si no hubiese la fauna en la selva, yo creo que no tuviéramos vida, más que nada. No tuviéramos vida.
Nosotras estamos de acuerdo con Don Emiliano: si no hubiese fauna en la selva, no tendríamos vida. Las dinámicas ecosistémicas son redes muy complejas de interacciones, que por supuesto tienen un componente sociocultural cuando comunidades humanas se encuentran presentes e interactúan con la naturaleza. Parte de la megadiversidad que existe en México se debe a la interacción que ejercemos sobre ella. No es casualidad que en nuestro país se hablen 66 idiomas indígenas y nueve de los doce países con mayor riqueza lingüística, son también países considerados megadiversos (Toledo et al., 2001). La vida se teje de formas complejas, pero sin dudarlo, sin la domesticación y manejo de los recursos naturales que nos rodean -sean flora o fauna- hoy nuestra civilización no se encontraría en la posición que tiene.
Sin embargo, no todas las interacciones humanas con la naturaleza son benéficas, como nos queda claro. Otro grave problema que atenta contra la fauna en las selvas del sureste es la caza furtiva. Esta actividad ocurre porque existe un mercado ilegal de especies que comercia pieles y demás derivados físicos de los animales. El jaguar y el tapir son especies que peligran sobremanera debido a esta problemática, y también, son especies prioritarias para la conservación ya que en torno a ellas suceden una gran cantidad de relaciones ecológicas que permiten el correcto equilibrio y dinámica de las comunidades circundantes, además de tener -nuevamente- una importancia cultural que posiciona muchas veces a estos animales en el centro de las cosmovisiones e ideologías locales. Otra amenaza determinante para la fauna en el sureste es el aprovechamiento ilegal, que incluye actividades como la captura, transporte y comercio no autorizado de vida silvestre. Para su mayor protección existe la NOM-059-SEMARNAT-2010, que es la norma mexicana que enlista las especies en peligro de extinción, y es operada por la PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente).
Mono araña (Ateles geoffroyi) visto en el ejido Conhuás
Toroto: ¿Cree que con este proyecto en conjunto que tenemos [conservación de la naturaleza y secuestro de carbono forestal] haya más protección de la fauna?
DE: Yo en lo personal, yo siento que sí. Sí va a ser de bastante importancia porque se está concientizando a la gente de cuidar y no ir a cacerías, no tan sólo en [el área de los proyectos de] los bonos de carbono, [sino] cuidar la fauna en general. Yo creo que va a ser muy provechoso este proyecto para todos.
La protección de la fauna va más allá de programas de monitoreo, manejo y conservación -aunque los consideramos primordiales-; lo que queremos decir con esto, es que la protección es algo que surge de la empatía y la concientización temprana de los beneficios y servicios que la fauna nos brinda, por lo que la educación ambiental es una labor igual de relevante, pero bastante olvidada: la educación ambiental sin dudarlo comienza en casa -como bien Don Emiliano mencionará más adelante-, pero ésta no logra consolidarse del todo sin el apoyo de políticas públicas e instituciones que la promuevan, de tal forma que la vinculación con sectores gubernamentales es indispensable para lograr objetivos comunes de conservación (Benítez y Bellot, 2007).
Toroto: ¿Considera que los trabajos de protección de la fauna traen consigo algún beneficio en los niños y jóvenes de la región?
DE: Yo creo que sí, porque desde la casa nosotros tenemos que implantarles esa cultura a los muchachos, de cuidar más que nada ahorita, con el cambio climático que tenemos. De hecho, yo ahora lo que hago es reforestar. De reforestar con plantas que decimos que tenemos: baya, ramón, roble que decimos que son de follaje abundante. ¡Y les decimos! Que si nosotros nos acabamos lo que es la selva, también va a llegar el día en que nosotros no vamos a aguantar el calor. Siento que eso es una cultura que nosotros debemos de implantarles y ellos lo vayan entendiendo a valorar. Para mi eso es muy importante.
Debido a todo lo anterior mencionado, los proyectos de bonos de carbono que se están implementado en los estados de Campeche -donde queda el ejido del que Don Emiliano es parte-, Quintana Roo y Chiapas, buscan impulsar la restauración de la selva, lo cual lleva a la inminente conservación de esta, generando varios beneficios: por un lado, proporciona un ingreso anual a los ejidatarios dueños de las tierras por su imprescindible labor de manejar sosteniblemente sus recursos, y por otro lado, les permite tener una reapropiación cultural del ecosistema, que promueve, sí o sí, la concientización en torno a las problemáticas mencionadas.
A manera de conclusión, quisiéramos cerrar con lo que consideramos un error comúnmente mencionado cuando hablamos de la importancia de conservar y restaurar recursos: como bien sabemos, el crecimiento de la población humana se ha dado de manera acelerada, lo que genera severos cambios en la dinámica y procesos ecológicos de los bosques tropicales/selvas del mundo. Sin embargo, sería hipócrita decir que el crecimiento poblacional es el causante de la debacle ambiental: el aumento de programas enfocados en desarrollar actividades agrícolas, ganaderas y de explotación forestal -donde no se lleva a cabo un manejo sostenible de los recursos- ha provocado un rápido cambio de uso de suelo, transformando los bosques tropicales en una matriz irregular, donde las actividades humanas dominan el nuevo paisaje, afectando la biodiversidad regional (SDS, 2018). Es decir, el crecimiento poblacional no sería una problemática tan significativa, si los recursos naturales de los que dichas personas dependen estuvieran distribuidos de formas más equitativas y manejadas sosteniblemente, por lo que a nuestro parecer, la acción más relevante a tomar en cuenta para mejorar la salud del socioecosistema es restaurar. Restaurar la selva, la fauna y el tejido social.
Los planes de Manejo y Gestión Territorial que hemos implementado en Toroto y que continuarán en la zona de Calakmul dentro de nuestros proyectos de bonos de carbono contemplan actividades obligatorias como el monitoreo de biodiversidad, que permite hacer frente a la caza furtiva y al aprovechamiento ilegal; el manejo de la biodiversidad, que permite no sobreexplotar recursos teniendo beneficios materiales de éstos; la gestión de la selva, que implica la venta de bonos de carbono y por lo mismo una ganancia económica para los dueños de la tierra que les permite vivir de la conservación, en lugar de la degradación; y la creación de corredores biológicos, que promueve que las especies con una amplia distribución aseguren su subsistencia a lo largo de los años. Todas estas actividades son en pro de la restauración, y van más allá de sólo enunciar al crecimiento exacerbado de la población.
La población crece, sí. Pero ¿quién cuida de los recursos de los que la vida depende?
Por esta razón quisimos hablar con Don Emiliano, conocer su perspectiva acerca de la problemática principal que circunda a la fauna, saber qué acciones él está tomando para protegerla, y muy importante, qué prospecta en su futuro:
Toroto: Don Emiliano, ¿usted cómo se imagina el futuro de la fauna?
DE: Nosotros esperamos que esto vuelva a la normalidad [a cuando uno salía a caminar dos o tres km y podía observar fauna en su entorno natural]. Nosotros nos concientizamos con este proyecto que tenemos [con Toroto]. Nosotros pensamos que esto va a influir en la conservación de la fauna silvestre, porque ya no deforestamos, nosotros creemos que vamos a ver un cambio radical en el ecosistema. Esperemos que a lo mejor en dos años ya veamos un cambio, bastante, bastante bien.
Nosotras queremos imaginar un futuro de cambio radical también. Un futuro donde los ecosistemas prosperen, donde las sociedades aprendamos a manejarnos sosteniblemente y a nutrirnos de ellos, como ellos lo hacen de nosotros; a relacionarnos respetuosamente, pues. Queremos imaginar un futuro donde la fauna no sufra de desplazamiento de hábitat, de desmontes, de incendios causados por un mal manejo o por el cambio climático; un futuro donde la necesidad de la caza furtiva ya no exista, donde la educación ambiental nos enseñe que el aprovechamiento debe ser justo y sostenible, donde Don Emiliano vuelva a ver -a tan sólo dos o tres kilómetros de su localidad- pavos, faisanes, venados y sereques.
Atardecer en el ejido Conhuás
Referencias
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