¿Cómo encontrar la resiliencia climática empresarial sin perder el juego en el intento?

Desde hace algunos años se han comenzado a nombrar conceptos como la eco-ansiedad, que refieren a la angustia, estrés, ira e incertidumbre que genera la crisis climática, y que tiene por consecuencia una total parálisis y desmotivación por buscar el cambio (D'Ambra, 2019). Este y otros sentimientos asociados al cambio climático, generalmente se refieren a individuos afectados, y no tanto a organizaciones o empresas, pero no olvidemos que, finalmente, éstas están conformadas por personas que cuentan con el potencial de desencadenar la acción o, en su defecto, la inacción; la transformación o la degradación.
Toda acción tiene su reacción. Pero toda inacción, puede tener consecuencias irreversibles. Y es abrumante la responsabilidad de sabernos como parte de un sistema que en la constante búsqueda de influenciarle positivamente, caemos en la desesperanza que puede provocar su enorme magnitud. Pero ¿qué ocurre con la colectividad? ¿Qué perspectiva tienen las acciones en cadena con sus inevitables reacciones en cadena? ¿Qué alcance tienen las organizaciones y empresas si las empezamos a entender como un conjunto de humanos con capacidad de transformar su individualidad en acción magnificada? Veámoslo.
Imaginemos un juego: las empresas existen para cumplir con un objetivo que comúnmente puede traducirse en la creación de un producto o servicio. Para que este objetivo se cumpla debe involucrarse a toda aquella empresa o individuo que le provea, de la misma manera, un servicio o un producto que permita avanzar una casilla más hacia la recta final del tablero que dice en grandes letras rojas 'mi objetivo'.
Si eres líder de una empresa, ¿te preguntas sobre tu rol en ese tablero? Si observas más allá de esas grandes letras rojas al final de tu camino, podrás identificar otras metas, ajenas, otros colores y otros sustantivos: 'cosecha' en verde; 'ganancia' en azul; 'producto' en amarillo. Poco a poco vas dándote cuenta que hay tantos productos y servicios detrás, como hay jugadores. ¿Dónde estás parado? ¿Cómo te relacionas con los demás jugadores? ¿Qué une a este tablero? ¿Qué tan sostenible es el tablero? ¿Las acciones de cada jugador son detrimentales para la salud del sistema? ¿Tus reglas ponen en riesgo a la naturaleza que provee de recursos a cada jugador?
Adquirir una perspectiva sistémica es esencial para encaminarse a una transición regenerativa de los recursos naturales, e implica acción para superar el primer gran impacto de estrés, agobio, ansiedad y desmotivación que se genera al ver, que quizá, tu presencia en el tablero es perjudicial para el juego y sus jugadores.
(Antes de continuar la lectura, debemos de confesar algo: recurrimos al eufemismo. En los párrafos anteriores estuvimos hablando de tu cadena de suministro, pero necesitábamos una forma sutil para invitarte a esta lectura y a la tan necesaria reflexión que conlleva. Pongamos el juego sobre la mesa: tu tablero es la industria; tus casillas, tu cadena de suministro; y, claro, los jugadores, son los eslabones de esa cadena. A lo largo de las siguientes secciones buscamos plasmar con una perspectiva sistémica a estos eslabones, evidenciando la conectividad entre ellos, la acción y la reacción, así como la inminente necesidad de migrar a cadenas de suministro regenerativas)
El juego
Aparte de contar con un objetivo, quienes conforman la cadena de suministro de cualquier empresa o industria dada, tienen en común una dinámica de upstream y downstream: recursos entran a sus operaciones, y productos o servicios salen de sus operaciones, mismos que fungirán como recursos para el siguiente eslabón, y así el sistema va cobrando forma. Dicha forma, en nuestro ideal es circular; sin embargo, en el más común de los casos, es linear.
Comencemos por el principio, ¿por qué un pensamiento sistémico? En Toroto proponemos abordar la mayoría de los temas desde éste planteamiento, definido como "[...] la percepción del mundo real en términos de totalidades para su análisis [contrastado con el] planteamiento atomista, que sólo percibe partes de éste y de manera inconexa" (García Deza, n.d.), es decir, para encaminarnos a cierta forma de resiliencia planetaria, económica, social, ambiental y climática, necesitamos una visión integral de cualquier problemática, donde entendamos que cada parte del sistema cobra vida, relevancia y tiene una consecuencia con cualquier otro punto de la red misma que conforma el sistema en su totalidad. Pongámoslo en términos de un juego de mesa: los jugadores de nuestro tablero no son entes aislados, conforman una red donde interactúan entre ellos, lo que haga o no haga el jugador rojo, afecta indirecta o directamente al jugador azul. Así con absolutamente todo lo que conforma una cadena de suministro, una empresa, una industria y un sistema.
Ahora bien, quizá el punto inicial de tu tablero, así como el del nuestro, sea la tierra. De la tierra obtenemos servicios ecosistémicos que resultan en recursos que de forma simplificada llamamos materia prima. En ocasiones pasadas, hemos abordado la conservación y cuidado de los ecosistemas como un beneficio que todos percibimos, pero que generalmente recae en quienes poseen la tenencia de la tierra, que para más de la mitad del territorio en México, significa un manejo comunal de recursos por los más de 29,441 ejidos y 2,344 comunidades agrarias presentes en la nación. ¿Por qué estamos hablando de la propiedad social junto con las rutas upstream y downstream de una cadena de suministro? Esta propiedad social es un ejemplo claro del pensamiento sistémico puesto en marcha: sin un proceso democrático -y de gobernanza- que vele por el cuidado de los recursos naturales de los que todos dependemos, no existirían esas materias primas iniciales que dan vida a un ciclo de producto o servicio. La tenencia social de la tierra y el cuidado de los recursos naturales, en una porción considerable de sus casos, es el reflejo del pensamiento sistémico que entiende a la naturaleza como una red de servicios, productos y beneficios no materiales que obtenemos de cuidarla y protegerla.
El manejo de recursos y el trabajo de la tierra son la primera casilla del tablero, y es indispensable que todos los jugadores estén conscientes de ésto, pues aquí comienza todo: las industrias, las empresas, los servicios y los productos. Los dueños de la tierra son -indirecta o directamente- el principio de cualquier cadena de suministro, por lo que si la tierra adolece, todos los jugadores se ven irremediablemente afectados. Esto impacta a tantos niveles de organización que la búsqueda de cadenas de suministro regenerativas y resilientes debe ser del interés de todos: "hacer más con menos" para poder afrontar las debilidades estructurales que tienen actualmente los modelos convencionales de cadenas de suministro (IBM, n.d.), donde los eslabones se encuentran mayoritariamente inconexos los unos de los otros, es decir, completamente alienados de una lógica sistémica de pensamiento.
Migrar a la regeneración implica buscar dinámicas que salgan de la norma lineal con la que hemos entendido los productos y servicios del mercado: aquellos que se caracterizan por etapas de extracción, transporte, transformación o manufactura, distribución, consumo y desecho, a contraposición de cuando todos los eslabones de la cadena deciden regresar a algún punto de la cadena, devolviendo más de lo que toman.
"Mientras que una empresa sostenible busca simplemente reducir su huella ecológica, una empresa regenerativa busca audazmente aumentar su huella socioecológica" Radjou, 2020.
Para poder transformar algo, debes conocer sus componentes. Hasta ahora no hemos descrito a este famoso tablero: ¿es una especie de Serpientes y Escaleras? ¿Es un laberinto? ¿Es un simple Maratón? A decir verdad hay tantos tableros como hay industrias, sectores e incluso empresas. Sin embargo, no se puede cambiar lo que no se sabe nombrar, por lo que existen estrategias para mapear tu cadena de suministro desde distintos ángulos, como lo es el servicio de consultoría enfocado en emisiones de Alcance 3 que puedes adquirir con nosotros en Toroto.
Dicho lo anterior, detengámonos un momento en el concepto de emisiones indirectas de Alcance 3 (aquellas emisiones indirectas que provienen de actividades dentro de la cadena de suministro de una organización) puesto que son un gran recurso para evidenciar cuán relevantes son las acciones -e inacciones- de todos los eslabones de la cadena, y por qué un pensamiento sistémico es importante. En un artículo pasado abordamos cómo la ejecución (y publicación de libre acceso) del inventario de emisiones de una empresa puede impactar de manera positiva al acceso a información de calidad para el cálculo de emisiones de Alcance 3 de otra organización con la que se comparte alguna sección de la cadena de suministro, y ésto es porque las emisiones upstream de una empresa, pueden ser las downstream de otras, y reconocer esta conectividad y relación entre organizaciones, es un paso importante para reducirlas y mitigarlas correctamente. Lo que sigue después de este reconocimiento es esencial para el juego: ¿qué hacer? Ya sea que tu empresa o industria parezca más un laberinto que un Maratón, o al revés, encontrar las fuentes de emisión más intensivas y mitigar su impacto es un requisito para avanzar a la siguiente casilla. Existen formas convencionales de mitigar emisiones que van mano a mano de una cadena de suministro igualmente convencional, sin embargo, si nuestro objetivo último es una cadena de suministro regenerativa, nuestras acciones de mitigación también deben serlo.
Las soluciones basadas en la naturaleza o el insetting son esa respuesta que buscamos, pues apuntan a la descarbonización de tu cadena de suministro. El insetting puede verse como la ejecución de un proyecto dentro de tu poder operativo que mitigue tus propias emisiones, como cuando por ejemplo, una empresa del sector agroalimentario ejecuta un proyecto de agricultura regenerativa que impacta positivamente en la resiliencia del suelo, y por ende, de los cultivos; o bien, si eres una industria de bebidas y decides implementar soluciones basadas en la naturaleza que te ayuden a infiltrar más agua a los acuíferos de los que dependes. Todas las acciones que estás tomando para mejorar tu cadena de suministro te están beneficiando directamente a ti y al planeta. Esta es una enorme diferencia con una cadena de suministro convencional.
Ya hemos recorrido un gran camino desde la tenencia de la tierra hasta cómo puede una industria o empresa encaminarse a una transición regenerativa. Sin embargo, falta un gran componente: la meta; ese 'objetivo' en grandes letras rojas, el aclamado "consumidor".
Lo que haga o no haga un consumidor con tu producto o servicio verdaderamente es una moneda al aire. Hay siglos de academia sobre cómo estudiar, cómo influenciar o cómo modificar su comportamiento. Hay modas, household names, rechazos absolutos y adopciones instantáneas. Pero sea como sea que el consumidor final acepte o rechace el producto, la realidad inamovible es que al final, corto, mediano o largo plazo, buscará deshacerse de él. Y ahí sigue el juego; camina aún tu ficha a lo largo del tablero más allá de tu 'objetivo', allá donde la huella socioambiental se va escondiendo debajo de toneladas de basura.
Allá donde volvemos a ver la tierra, al sistema, y nos damos cuenta que ya no lo reconocemos. Allá donde creemos que ya ganamos el juego, pero en realidad sólo lo estamos perdiendo. Hacernos responsables de lo que sucede con nuestro producto o servicio más allá del consumo, implica hacerle una fractura al sistema, y voltear la mirada a formas de reintegrar ese "desecho" en un nuevo recurso.
No pierdas el juego
Ahora bien, lo anterior no fue más que esa introducción que un amigo te da sobre el juego en cuestión por pereza de leer las instrucciones completas; sin embargo, es aquí cuando nos salimos del eufemismo y te recordamos que nuestro planeta, nuestra cadena de suministro, nuestros desechos, y el qué hacemos al respecto no es tan sencillo como un juego de mesa, y mucho menos, se puede improvisar de la misma forma que como si realmente estuviéramos jugando uno. No perdemos un turno, o una partida: perdemos nuestro planeta, los ecosistemas que nos sostienen, la enorme biodiversidad que albergan y sobre todo, perdemos a nuestros iguales.
Por lo mismo, he aquí las instrucciones del juego:
Sobre la autora:
María realiza consultoría medioambiental en Toroto. Es ingeniera física de la IBERO. Le fascina la arqueología, México, las artes y reírse. Cree que juntos lo podemos todo.
Referencias
Explora reflexiones, investigaciones y aprendizajes de campo de nuestro trabajo en la restauración de ecosistemas.